martes, 25 de julio de 2017

A la cancha con papá (cuento)


Desde muy chico fui a la cancha con mi viejo, los primeros recuerdos los tengo en 9 de Julio. 

Cuando comenzaba la tarde hasta que llegaba la noche, todas las categorías infantiles del club San Martín, ahí estábamos firmes con el viejo, él arropado con el gamulán; yo, con mis infaltables pantalones de corderoy y mi pullover de plush.

Luego, en Chivilcoy nos hicimos hinchas de Florencio Varela, así se llamaba el club. Todos los domingos decíamos presente y nos ubicábamos al costado de ‘la barra aurinegra’, este equipo se caracterizaba por tener una hinchada un tanto humilde, lo que traducido significaba que todos los contrarios nos gritaran ‘negros villeros’.

Recuerdo tiernamente esos hermosos domingos, sentado en la tribuna entre las piernas de papá, protegiéndome del frío, dándome cariño. Comprándome ineludiblemente la bolsita de girasol y la 'pelotita’ de plástico de jugo de naranja.

En Ayacucho tuvo una etapa de director técnico y, obvio, yo no me perdía ningún partido (hay varias anécdotas al respecto). Luego seguimos yendo juntos, pero él de espectador y yo en la cancha. Ya en casa charlábamos del partido mientras mamá me hacía el nesquik.

 Pedro Algañaraz (1º arriba, a la izq.) director técnico del Club Atlético Ayacucho (1980)

Una vez, jugando para Atlético, enfrentamos a Atlético de Mar del Plata. Fui a disputar la pelota contra un rival y llegué tarde (como casi siempre). El pibe quedó tirado en el piso un rato y de la tribuna se escuchó… Asesino!!! 

Miré hacia donde había venido el grito y lo veo al viejo que se le va encima al que acusaba pidiéndole explicaciones: ¿Cómo le vas a gritar asesino a un pibe de 10 años?

El referí le pidió a nuestro técnico que me cambiara, no me echó porque era amistoso y yo un niño. 

Era la primera vez que me echaban y sentí rabia y orgullo. Esa pavada de sentirse ‘hombre’ ante un acto violento.

Terminó el partido, empatamos uno a uno… yo ya había ganado en la tribuna.
  
Isaías

(mi agradecimiento al autor de este cuento, Isaías Algañaraz, por su autorización para publicar este cuento y poder compartirlo con todos ustedes)

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