domingo, 7 de junio de 2015

El 'Negro' Sau (Cuento)

Llegué a vivir a la ciudad de Ayacucho en 1945 siendo un niño de apenas tres años. Mi papá había sido trasladado a esa ciudad como Gerente de la Usina Eléctrica del pueblo. Era una localidad de unos dieciséis mil habitantes y tenía en ese entonces un gran desarrollo institucional. 

Se destacaba por su actividad agrícola, ganadera y comercial. Pero sobresalían de manera notable sus clubes sociales y deportivos. Los mismos tenían hermosas sedes y se practicaba toda clase de deportes en sus instalaciones, pero era el fútbol el deporte que mayoritariamente atraía a la muchachada, tanto para practicarlo como para verlo. 

Los pibes jugábamos a todo y nos gustaba ir los domingos a la cancha de la Liga Ayacuchense de Fútbol para presenciar los partidos de primera del torneo local.
 
En la medida que fuimos creciendo con mis amigos comenzamos a jugar en las divisiones inferiores de los equipos de la ciudad. Algunos llegaron a la Primera División de los mejores equipos y pocos, los que sobresalían, alcanzaron a integrar el plantel de la Selección de Ayacucho que por esos años era altamente competitiva en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires.
Yo partí de la ciudad rumbo a Mar del Plata para completar mis estudios secundarios a fines de 1957. Estaba por cumplir quince años y había llegado a jugar algunos partidos en la tercera división del Club Independiente que en esa época transitaba por su “Quinquenio de Oro”. 

Entre 1955 y 1959 Independiente había ganado consecutivamente los torneos de la liga local. Ganaba todo. Sus jugadores más destacados eran muchachos con unos cuantos años de fútbol sobre sus hombros. Los hermanos Pérez Ervitti, “Pocho” y “Oreja”, daban sustento a la estructura del primer equipo de Independiente y a la selección local. También se destacaban los veteranos de mil partidos “Pelusa” Cestona y “Chichín” Simonetti. Los muchachos jugaban de memoria.

Plantel del Club Atlético Independiente Campeón 1955/1959
Parados (izq. a der.): 'Cartucho' Labala, Melillo, Ramón 'Chichín' Simonetti, Héctor 'Negro' Sau, 'María' Tiani, Raúl 'Pelusa' Cestona, Enrique González, Roberto 'Pelotita' Igarza y 'Tero' Cabarrou.
Hincados (izq. a der.): Alberto 'Paisano' Gadea, Néstor 'Pocho' Pérez, José 'Negro' Carranza, Néstor 'Mago' Ceresini, Alfredo 'Oreja' Pérez, 'Pocho' Gadea, Felipe 'Pipo' Cestona y René 'Tarta' Lara.

Yo no había sobresalido en la tercera pero un par de jóvenes amigos si pintaban para llegar a primera. Por un lado estaba Luli Ansinas, muy amigo de la Escuela Normal y gran jugador que llegó a integrar el equipo campeón. También estaba comenzando a jugar en Primera “Pelotita” Igarza, notable arquero del Seleccionado de la Escuela Normal y. según los conocedores, con grandes condiciones para llegar muy lejos en su puesto.
Luli desde chico fue convocado para jugar algunos partidos en primera y nos habló a los amigos del “Negro” Sau, otro joven que estaba jugando ya como wing derecho en la primera de Independiente. El “Negro” tenía cuatro o cinco años más que nosotros. Debería andar por los diecisiete o dieciocho. Pero no lo conocíamos.

La razón más probable por la que no lo conociéramos era que por un lado el “Negro” era mayor que nosotros, y por el otro, que mientras nosotros íbamos a la secundaria, estudiábamos algo y vagueábamos bastante, el “Negro” Sau laburaba todo el día en la empresa de transportes Larocca. Metía el lomo cargando y descargando camiones, hecho que sumado a su natural fortaleza física, hacía que fuera de acero.
Un día Luli nos presentó a “Sau”. Nos caímos bien inmediatamente. Era un muchacho muy agradable, lindo “Negro”, y con quien tuvimos una inmediata empatía. También practicaba boxeo. Para probar su fortaleza nos pedía que le pegáramos trompadas en su estómago, cosa que hacíamos con toda nuestra fuerza y ni mosqueaba.
Luli insistía que debíamos ir a la Liga a ver jugar al “Negro” en la Primera de Independiente. Nos decía que era un fenómeno. Que era un wing increíble. Dominaba ambas piernas por igual con lo que cuando encaraba al marcador se le podía ir por adentro o por afuera con similar naturalidad. Si bien era petiso era muy rápido. 

Una vez que tomaba velocidad no lo paraba nadie, y su especialidad era tirar centros a la carrera con una comba increíble, desde la línea de fondo de la cancha hacia el punto del penal, y con una parábola engañosa, pronunciada, de arriba hacia abajo que hacía que los defensores se encontraran con una pelota que parecía ir larga pero que caía de golpe servida en el medio del área para que un compañero cabeceara al gol. Con el tiempo le ví tirar esos centros endiablados varias veces y a sus compañeros convertir goles de cabeza con gran facilidad.
También hacía una diagonal electrizante hacia el arco, y realizaba una jugada inédita que solo le vi ejecutar años después al gran Garrincha. Hace poco tiempo Lio Messi hizo algo parecido cuando dejó planchado a Jérôme Boateng, defensor del Bayern Múnich en la semifinal de la Champions League 2015 en la que Barcelona derrotara a los del alemanes 3 a 0, baile mediante. 
La jugada que hacía el “Negro” era algo así como una “vacilación”. Consistía en lanzarse a máxima velocidad en diagonal hacia el arco contrario. Instantes después parecía detenerse, vacilaba un instante mínimo, una fracción de segundo, casi sin tocar la pelota, detenido frente a su defensor aparentando renovar el juego con otra jugada, para partir como un rayo nuevamente hacia el arco y convertir el gol o dejar a un compañero solo para que lo hiciera. Se anticipaba a los cracks que luego hicieron magia en las canchas del mundo. Solo los grandes crearon cosas por el estilo. Pelé, Maradona, Messi y sobre todo Garrincha, que jugaba en la misma posición que nuestro amigo y lo hacía a un nivel superlativo, casi mágico. Yo había escuchado comentarios de los mayores que sabían de fútbol decir: “El ‘Negro’ Sau está para grandes cosas. A este pibe se lo van a llevar a jugar a Buenos Aires y hasta el Seleccionado no para”
La cosa es que me fui a vivir a Mar del Plata y perdí durante muchos años el contacto con mis amigos ayacuchenses. Supe poco de mis compañeros y prácticamente nada del futbol del pueblo durante más de cincuenta años, hasta que mi gran amigo de la infancia, el Doctor Aníbal Iriarte me recomendó que leyera los artículos de un blog de fútbol de Ayacucho. Fue así que me familiaricé con ese hermoso blog que lideraba y lidera Eduardo Montanari, un muchacho amante del fútbol de nuestra ciudad y de unos cincuenta años. Veinte menos que yo.
Un día Eduardo me pasa un artículo sobre aquel gran equipo de Independiente pentacampeón del quinquenio 1955-1959 de la liga local. En la foto estaban todos los grandes jugadores que yo recordaba de ese equipo, pero no estaba el “Negro” Sau. Fue así que le pregunté a Eduardo si tenía una foto del equipo en la que estuviera el gran wing de Independiente.
Eduardo, que posee el archivo más completo de información y fotos sobre el fútbol de la ciudad me dice: “tengo otras fotos del Independiente de esos años pero no aparece nadie con el apellido Sau en ese equipo”.

Me quedé confundido. Han pasado muchos años y mi memoria ya no es la que era. Dicen que la vejez no viene sola. A veces me pasa que confundo algunos nombres, o algunas circunstancias. Además han pasado sesenta años de los acontecimientos que relato. Pero no me ha pasado de creer recordar personas que no han existido o hechos que no sucedieron. Tal vez si en sueños, pero nunca en estado de vigilia. 

Me comencé a preocupar. Le pedí a Montanari que siguiera revisando sus archivos. Quería desesperadamente que me confirmara que yo no había soñado la existencia del “Negro” Sau, aquel joven wing del Independiente pentacampeón, promesa del fútbol de Ayacucho.
Por mi parte hablé con algunas “veteranos” que seguramente lo habían conocido, pero salvo uno que me dijo que se acordaba de él pero que no sabía que había sido de su vida, los otros parecían no recordar que nuestro amigo había existido y jugado en la primera de Independiente. Se acordaban de un wing derecho muy joven, morocho, medio petiso, que hacía cosas fantásticas por la raya derecha, pero no rememoraban su nombre.
Me comuniqué por correspondencia con las autoridades deportivas del Club Independiente con igual resultado negativo. No tenían registro de que el “Negro” Sau hubiera jugado en la primera de su club, aunque reconocían que sus archivos no eran muy completos y que la mayoría de los viejos socios y jugadores que podrían recordarlo ya habían partido de este mundo.
Pensé que tal vez el histórico diario de la ciudad, “La Verdad" de Ayacucho, tendría algo en sus registros. Entré en contacto con ellos pero su respuesta tampoco fue muy alentadora. “Nuestros archivos son físicos, dijeron, -están en papel-, y nos es casi imposible buscar nuestras ediciones de hace sesenta años atrás. Probablemente ya no existan”.

Habían pasado varias semanas y mi preocupación sobre mi memoria crecía de manera inversamente proporcional a mi esperanza de confirmar que el “Negro” Sau había existido y que había sido un gran wing derecho que integrara la fantástica formación del Independiente de Ayacucho pentacampeón 1955-1959. 
Había dejado de insistirle a Montanari sobre el asunto ya que él había sido bastante terminante en su último mail sobre el particular. Tampoco quería que debido a mi insistencia de verificar la existencia de un jugador que tal vez no había existido Eduardo pensara que esa era una clara señal que yo estaba sufriendo síntomas de la enfermedad de Alzheimer.  

En su último mail Montanari había afirmado: “Repito: no hay registros que el tal 'Negro' Sau haya existido y jugado en la Primera División de Independiente de Ayacucho en esos años que mencionas. Tengo otras fotos de Independiente de ese Quinquenio y en ninguna aparece alguien de apellido Sau”.
La cosa había llegado a un final. No quería seguir indagando sobre la existencia de alguien que para mí había sido real pero que se parecía cada vez más a un fantasma. Pero a diferencia de lo que yo pensaba la cosa no había terminado para Montanari. Evidentemente su orgullo profesional y su creencia que algo de verdad debería haber en mi insistente pedido, lo llevaron a seguir silenciosamente con su investigación.
Para mi sorpresa unas semanas después recibo un mail de él que decía textualmente: “Acá lo encontré” y me adjuntaba una foto de aquel Independiente Campeón en donde el “Negro” Sau estaba en la formación, pero no es su posición de wing derecho, sino que estaba en la fila de “parados”. Su búsqueda había producido frutos. Allí estaba nuestro amigo vivito y coleando, lo que me confirmó que mi memoria en vez de estar deteriorándose había traído al presente intactos acontecimientos que habían sucedido hacía sesenta años atrás.
Finalmente Eduardo me dijo: “Averigüé que Sau vive, que es un hombre de unos setenta y ocho años, de baja estatura, y que en sus años de trabajo fue transportista. Creo saber dónde vive. Evidentemente el ‘Negro’ Sau existió y jugó en aquel recordado Independiente pentacampeón. Tenías razón.
Lo voy a buscar y proponerle que nos encontremos los tres para tomar un café y para que nos cuente algunas anécdotas de aquel gran equipo que integró. Yo pago”.
Tiempo después viajé a Ayacucho y me encontré con Eduardo en la tradicional confitería “El Buen Gusto”. Al verme me dijo: “el “Negro” debe estar por llegar. Quedamos en encontrarnos aquí a las once". De golpe veo avanzar desde la puerta principal a un hombre mayor, bastante pelado, retacón, de tez morena, con unos cuantos asados de más en su cuerpo, que miraba en todas direcciones como buscando a alguien. 

Me costó reconocerlo de entrada, pero cuando lo vi caminar y detenerse por un instante para dejar pasar a un parroquiano, para luego retomar inmediatamente su marcha hacia la mesa en donde estábamos nosotros, volví a ver esa gran jugada que hacía el “Negro”, esa” vacilación” que dejaba sembrados a sus marcadores y que regularmente terminaba con la pelota dentro del arco rival. 
Cuando estuvo a nuestro lado me dijo extendiéndome la mano “Yo soy el “Negro” Sau ¿Todavía te acordás de mi?”

Carlos Connolly
 Don Torcuato  
Mayo de 2015  


NOTA: Los personajes y las circunstancias de este cuento son verídicos. Tal vez las habilidades futbolísticas del “Negro” hayan sido exageradas y embellecidas por mí por el recuerdo de aquella amistad temprana y por la nostalgia que genera el paso del tiempo. Puede ser que haya caído en la trampa que dice que “todo tiempo pasado fue mejor”. Afortunadamente el “Negro” Sau vivió y vive felizmente con su familia en Ayacucho. Mi amigo, el doctor Aníbal Iriarte me había contado que el “Negro” estaba bien y que él había atendido a sus hijas cuando estas eran niñas y también al “Negro” en algunas oportunidades.
El relato sobre el intercambio de mails con Eduardo Montanari buscando a Sau responde en gran medida a lo ocurrido.
El manejo de ciertos momentos y circunstancias las adapté para favorecer la intensidad del relato.
El encuentro con el “Negro” Sau y Eduardo Montanari en la confitería “El Buen Gusto” de Ayacucho no se realizó aún pero tengo la esperanza que lo podamos efectuar pronto.
El autor.

Agradezco a mi amigo Carlos 'Cato' Connolly por sus palabras, siempre tan generosas, por su amistad, y también por la autorización para permitirme publicar este hermoso cuento.
Eduardo

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese es mi abuelo un genio el negro sau!!!