Los clubes que conformaban la
liga local de fútbol eran varios e importantes, y casi todos, salvo el Aero Club
y el Club Estrada, que habían sido fundados durante mis tiempos en Ayacucho,
tenían una tradición de muchos años. Recuerdo a Independiente, Atlético,
Sarmiento, Defensores, Ferroviario, entre otros.
Para nosotros, esos equipos eran
una realidad dada. Existían desde siempre. Así que fue una sorpresa total el día
que escuchamos que un zapatero remendón, el señor Cildo Ceñal, que tenía su
“salón de composturas de calzados” en la calle Irigoyen, a la vuelta de mi
casa, había decidido fundar un nuevo club de fútbol en el pueblo.
Como Cildo era hincha fanático de
Boca Juniors de la Capital Federal, había bautizado con idéntico nombre a su
nuevo club.
Incrédulos, fuimos hasta el local
del fundador del nuevo club y pudimos verificar que, en efecto, la noticia era
cierta. La nueva institución se llamaba Boca Juniors y su camiseta, como no podía
ser de otra forma, llevaba los colores de su glorioso homónimo capitalino: azul
y amarillo. Lo que quedaba en claro era la precariedad de recursos con los que
contaban Cildo y sus amigos. Había anotado a su equipo en el torneo de la Liga,
que ese año tenía un atractivo adicional.
En la vecina ciudad de Rauch, se había
formado un cuadro para participar en el torneo de Ayacucho. Se llamaba “17 de Octubre”
(por su nombre se suponía que recibía algún subsidio oficial) y su principal jugador
era un muchacho de apellido Medina, de quien se decía que poseía un shot
fortísimo.
El nuevo Boca Juniors iba
transitando el torneo con suerte variada. El equipo, al estar en formación, no podía
derrotar a los cuadros asentados de la Liga local. Así es que cuando le tocó
jugar contra el 17 de Octubre de Rauch venía con una necesidad imperiosa de
sumar puntos. No podía perder otra vez.
La cosa se complicó, ya que al jugar
de local contra un equipo que no era de Ayacucho, Boca Juniors debía poner la
pelota de fútbol con que se jugaría el match.
La extrema debilidad financiera
del nuevo club quedó evidenciada cuando se vieron enfrentados a la necesidad de
tener que comprar un balón para jugar ese encuentro. Las arcas de la
institución estaban vacías. Los pocos pesos con los que contaba se habían
esfumado luego de la compra de las camisetas del club.
En los partidos entre equipos
locales, la pelota la aportaba la Liga, pero cuando se jugaba contra el 17 de Octubre
de Rauch el club local debía indefectiblemente poner la pelota. No había otra
alternativa.
Fue así como don Cildo Ceñal
organizó una rifa para recaudar fondos para la compra del balón. Finalmente,
con un gran esfuerzo y aportes de los socios y de los mismos jugadores,
lograron comprar una pelota de fútbol para ser utilizada en ese importante partido
contra los rivales de Rauch.
Me acuerdo la cara de felicidad
del Presidente de Boca Juniors de Ayacucho al ver entrar en el campo de juego a
su querido equipo vestido de azul y oro, viendo a su capitán llevar la flamante
número 5 bajo el brazo con la que habría de jugarse el partido.
No recuerdo las alternativas del juego,
pero tengo idea de que era parejo. Hasta promediar el encuentro, el gran pateador
de tiros libres del 17 de Octubre, Medina, no había mostrado casi nada de su juego.
Se veía que pateaba fuerte, pero por lo general sus disparos carecían de la
dirección necesaria.
En un momento, el referí cobra un
tiro libre a favor del equipo de Rauch a unos veinticinco metros del arco de Boca.
Era la oportunidad que los de la ciudad vecina, y Medina en particular, estaban
buscando. Era la distancia justa para un shoteador: no muy lejos del arco y
ligeramente hacia la izquierda del ataque de 17 de Octubre.
Posición ideal para un diestro
como Medina. La barrera de los boquenses se formó a la distancia reglamentaria
y se veía en los rostros de los que la formaban el temor que les producía la
eventualidad de recibir un pelotazo muy fuerte de ese afamado pateador de tiros
libres.
Era el momento culminante del
encuentro. En el rostro de don Cildo Ceñal se notaba un gran nerviosismo. Si Medina la embocaba en el arco
seguro que era gol, ya que la potencia del disparo haría inútil cualquier
esfuerzo del arquero por detener la pelota. Y si era gol, chau partido.
Artículo del diario "La Verdad" del viernes 16 de Julio de 1954
Se produjo un gran silencio en la cancha. Medina tomó varios metros de carrera, como era su costumbre, y cuando llegó a la pelota le aplicó un furibundo derechazo. El balón partió hacia arriba y de golpe lo vimos desintegrarse en el aire. Sus gajos caían por todos lados, algunos pasando por encima del travesaño del arco de Boca Juniors. Me parece recordar que la cámara desinflada de la pelota cayó dentro del arco, pero que el referí entendió que eso no era gol.
El Presidente tardó unos segundos
en comprender lo que había ocurrido. La pelota de fútbol que habían comprado
con tanto esfuerzo para ese encuentro, es decir, todo el patrimonio del Boca
Juniors de Ayacucho, se había desintegrado en el aire luego de que Medina le aplicara
una tremenda patada. La cara de Cildo y de sus allegados fue primero de
incredulidad y luego de desasosiego.
El club que tanto les había costado
levantar se había disuelto en el aire delante de sus propios ojos. Fue como si,
salvando las distancias, Alberto J. Armando, el legendario Presidente de Boca Juniors,
hubiera presenciado el derrumbe de la “mítica Bombonera” delante de él. Se ve
que el dinero que habían juntado no había alcanzado para comprar una buena
pelota de fútbol.
No me acuerdo si el partido
continuó. Creo que no. Y si siguió no recuerdo como terminó, pero lo que sí me parece
recordar es que Boca Juniors de Ayacucho no volvió a jugar en la Liga.
Fue un final risueño y a la vez
muy triste para un gran sueño de un grupo de muchachos humildes de Ayacucho
liderados por un emprendedor zapatero del pueblo. Vaya mi afectuoso recuerdo
para don Cildo Ceñal y sus muchachos del Club Atlético Boca Juniors de
Ayacucho.
(cuento basado en un hecho real, tomado del muy buen libro de
historias ayacuchenses de Carlos Connolly, "Historias de una infancia
feliz: un puente en el tiempo", Ed. Deano.com, página 270. Agradezco al
autor* la autorización para poder publicar este hermoso cuento en esta página.)
*NOTA DEL AUTOR: Este cuento es un
modesto homenaje que le hago a todos los hombres emprendedores amantes del
fútbol que fundaron a lo largo y lo ancho de la Argentina un sinnúmero de
clubes "Sociales y Deportivos" que sustentaron el desarrollo social
de nuestro país, y el del gran fútbol argentino.
Es una radiografía del proceso a
través del cual hombres de trabajo y gran carácter, como Cildo Ceñal, lograron
amalgamar a un puñado de jóvenes detrás de un sueño.
El de Cildo no llegó a volar, solo
fue realidad por un tiempo, pero creo que vale consignarlo en la historia de
las instituciones de fútbol del pueblo.
0 comentarios:
Publicar un comentario