sábado, 15 de noviembre de 2014

Boca Juniors de Ayacucho. Nacimiento y ocaso de una humilde ilusión (cuento)



Los clubes que conformaban la liga local de fútbol eran varios e importantes, y casi todos, salvo el Aero Club y el Club Estrada, que habían sido fundados durante mis tiempos en Ayacucho, tenían una tradición de muchos años. Recuerdo a Independiente, Atlético, Sarmiento, Defensores, Ferroviario, entre otros.

Para nosotros, esos equipos eran una realidad dada. Existían desde siempre. Así que fue una sorpresa total el día que escuchamos que un zapatero remendón, el señor Cildo Ceñal, que tenía su “salón de composturas de calzados” en la calle Irigoyen, a la vuelta de mi casa, había decidido fundar un nuevo club de fútbol en el pueblo.

Como Cildo era hincha fanático de Boca Juniors de la Capital Federal, había bautizado con idéntico nombre a su nuevo club.

Incrédulos, fuimos hasta el local del fundador del nuevo club y pudimos verificar que, en efecto, la noticia era cierta. La nueva institución se llamaba Boca Juniors y su camiseta, como no podía ser de otra forma, llevaba los colores de su glorioso homónimo capitalino: azul y amarillo. Lo que quedaba en claro era la precariedad de recursos con los que contaban Cildo y sus amigos. Había anotado a su equipo en el torneo de la Liga, que ese año tenía un atractivo adicional. 

En la vecina ciudad de Rauch, se había formado un cuadro para participar en el torneo de Ayacucho. Se llamaba “17 de Octubre” (por su nombre se suponía que recibía algún subsidio oficial) y su principal jugador era un muchacho de apellido Medina, de quien se decía que poseía un shot fortísimo.

El nuevo Boca Juniors iba transitando el torneo con suerte variada. El equipo, al estar en formación, no podía derrotar a los cuadros asentados de la Liga local. Así es que cuando le tocó jugar contra el 17 de Octubre de Rauch venía con una necesidad imperiosa de sumar puntos. No podía perder otra vez.

La cosa se complicó, ya que al jugar de local contra un equipo que no era de Ayacucho, Boca Juniors debía poner la pelota de fútbol con que se jugaría el match. 

La extrema debilidad financiera del nuevo club quedó evidenciada cuando se vieron enfrentados a la necesidad de tener que comprar un balón para jugar ese encuentro. Las arcas de la institución estaban vacías. Los pocos pesos con los que contaba se habían esfumado luego de la compra de las camisetas del club.
En los partidos entre equipos locales, la pelota la aportaba la Liga, pero cuando se jugaba contra el 17 de Octubre de Rauch el club local debía indefectiblemente poner la pelota. No había otra alternativa.

Fue así como don Cildo Ceñal organizó una rifa para recaudar fondos para la compra del balón. Finalmente, con un gran esfuerzo y aportes de los socios y de los mismos jugadores, lograron comprar una pelota de fútbol para ser utilizada en ese importante partido contra los rivales de Rauch.

Me acuerdo la cara de felicidad del Presidente de Boca Juniors de Ayacucho al ver entrar en el campo de juego a su querido equipo vestido de azul y oro, viendo a su capitán llevar la flamante número 5 bajo el brazo con la que habría de jugarse el partido.

No recuerdo las alternativas del juego, pero tengo idea de que era parejo. Hasta promediar el encuentro, el gran pateador de tiros libres del 17 de Octubre, Medina, no había mostrado casi nada de su juego. Se veía que pateaba fuerte, pero por lo general sus disparos carecían de la dirección necesaria.

En un momento, el referí cobra un tiro libre a favor del equipo de Rauch a unos veinticinco metros del arco de Boca. Era la oportunidad que los de la ciudad vecina, y Medina en particular, estaban buscando. Era la distancia justa para un shoteador: no muy lejos del arco y ligeramente hacia la izquierda del ataque de 17 de Octubre. 

Posición ideal para un diestro como Medina. La barrera de los boquenses se formó a la distancia reglamentaria y se veía en los rostros de los que la formaban el temor que les producía la eventualidad de recibir un pelotazo muy fuerte de ese afamado pateador de tiros libres.

Era el momento culminante del encuentro. En el rostro de don Cildo Ceñal se notaba un gran nerviosismo. Si Medina la embocaba en el arco seguro que era gol, ya que la potencia del disparo haría inútil cualquier esfuerzo del arquero por detener la pelota. Y si era gol, chau partido.

Artículo del diario "La Verdad" del viernes 16 de Julio de 1954

Se produjo un gran silencio en la cancha. Medina tomó varios metros de carrera, como era su costumbre, y cuando llegó a la pelota le aplicó un furibundo derechazo. El balón partió hacia arriba y de golpe lo vimos desintegrarse en el aire. Sus gajos caían por todos lados, algunos pasando por encima del travesaño del arco de Boca Juniors. Me parece recordar que la cámara desinflada de la pelota cayó dentro del arco, pero que el referí entendió que eso no era gol.

El Presidente tardó unos segundos en comprender lo que había ocurrido. La pelota de fútbol que habían comprado con tanto esfuerzo para ese encuentro, es decir, todo el patrimonio del Boca Juniors de Ayacucho, se había desintegrado en el aire luego de que Medina le aplicara una tremenda patada. La cara de Cildo y de sus allegados fue primero de incredulidad y luego de desasosiego. 

El club que tanto les había costado levantar se había disuelto en el aire delante de sus propios ojos. Fue como si, salvando las distancias, Alberto J. Armando, el legendario Presidente de Boca Juniors, hubiera presenciado el derrumbe de la “mítica Bombonera” delante de él. Se ve que el dinero que habían juntado no había alcanzado para comprar una buena pelota de fútbol.

No me acuerdo si el partido continuó. Creo que no. Y si siguió no recuerdo como terminó, pero lo que sí me parece recordar es que Boca Juniors de Ayacucho no volvió a jugar en la Liga.

Fue un final risueño y a la vez muy triste para un gran sueño de un grupo de muchachos humildes de Ayacucho liderados por un emprendedor zapatero del pueblo. Vaya mi afectuoso recuerdo para don Cildo Ceñal y sus muchachos del Club Atlético Boca Juniors de Ayacucho.

(cuento basado en un hecho real, tomado del muy buen libro de historias ayacuchenses de Carlos Connolly, "Historias de una infancia feliz: un puente en el tiempo", Ed. Deano.com, página 270. Agradezco al autor* la autorización para poder publicar este hermoso cuento en esta página.)



*NOTA DEL AUTOR: Este cuento es un modesto homenaje que le hago a todos los hombres emprendedores amantes del fútbol que fundaron a lo largo y lo ancho de la Argentina un sinnúmero de clubes "Sociales y Deportivos" que sustentaron el desarrollo social de nuestro país, y el del gran fútbol argentino.
Es una radiografía del proceso a través del cual hombres de trabajo y gran carácter, como Cildo Ceñal, lograron amalgamar a un puñado de jóvenes detrás de un sueño.
El de Cildo no llegó a volar, solo fue realidad por un tiempo, pero creo que vale consignarlo en la historia de las instituciones de fútbol del pueblo.
 



 

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