martes, 16 de octubre de 2012

La columna de José Pintos


El golpe ha sido fuerte para sus familiares y para quienes nos sentíamos sus amigos.

Ha pasado poco más de un mes y cada vez se lo extraña un poquito más. En lo personal, además de sentir la falta del amigo, José era un verdadero bastón en donde apoyarme a la hora de preparar algún artículo para esta página. Llevado al plano futbolístico, podría compararme con un defensor que sabe que detrás tiene un arquero que siempre va a responder y que juega con esa tranquilidad.

Así sentía a José, una columna en donde sostenerme, un referente de nuestra historia futbolera y una auténtica ‘Biblia’ que ante cualquier duda iba a tener el dato certero y la humildad de los grandes para querer asimilar aquello que desconocía.

Dedicó muchos años a historiar nuestro deporte. A través del recordado semanario “Calle/7” con aquella columna “¿Te acordás hermano?” que años más tarde, y al cerrar la publicación de Sergio Volantín, se trasladó al diario “La Verdad” con el nombre de ¡Qué tiempos aquellos! y que se mantuvo hasta su fallecimiento.

A comienzos de Junio de 2010 lo invité a participar de esta página como una forma de engalanarla y también para que tantos artículos con historias del fútbol de Ayacucho llegaran a Internet y tuvieran la difusión que su trabajo merecía.

Su desaparición física me planteó la duda de cerrar ese espacio, a pesar del abundante material que él me había adelantado para publicar, o seguir como si nada hubiera pasado.

Por cualquiera de las dos opciones correspondía consultar a su familia acerca de la decisión a tomar. Lo hice a través de su hijo José Alberto (Quico) quien en nombre de la familia, y con la misma generosidad que distinguía a su padre, no tuvo reparos en darme el aval para que la columna siga abierta y seguir publicando el material generado por José a lo largo de tantos años.

Agradezco profundamente a través de estas líneas esa confianza depositada en mí y por otro lado creo que será una forma de sentir que, de algún modo, el querido José permanece entre nosotros y que su encomiable trabajo de historiador de nuestro deporte se resiste al paso del tiempo y a otros rótulos.

Un cordial saludo para todos.
Eduardo

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