En el artículo anterior, hacíamos mención a los comienzos de "Agüita" en el fútbol. En esta segunda parte proseguimos con la vida de este querible personaje ayacuchense, adentrándonos en su rico anecdotario y su paso por nuestra selección.
Eras famoso por tu velocidad, ¿cómo surge aquella carrera contra la yegua “La gringa”?
Cuando iban a inaugurar la cancha de carreras cuadreras en el Club Independiente, 29 de Noviembre de 1971, arman un montón de carreras. Lo invitan a Oscar ‘Cacho’ Franco con su Torino, él corría en Turismo Carretera, también invitan al perro “Brandy” que corrió contra un caballo, ese perro terminó invicto, les ganó a todos. Sucedió que el ‘Gordo’ Mujica, que siempre andaba en el club, y otra gente de la Comisión Directiva, me buscan para correrle a la yegua, porque sabían que yo era rápido. Entonces me preguntan si yo me animaba a hacerlo.
Sí -les digo, claro que le corro.
En ese momento, yo estaba concentrado con la selección de Ayacucho, Miguel Ángel Dodero era el director técnico, y estábamos en el hotel de Héctor Martínez (Ayacucho Palace). Yo compartía la habitación con Jorge Aneas y a la noche jugábamos en Rauch contra esa selección.
Bueno, se arma la carrera, y yo voy a hablar con Dodero para ver si me autorizaba a ir a correrle a la yegua y volver a la concentración. Él medio se asombró, porque me dijo:
¿Cómo?
Que le voy a correr a una yegua, de a pie.
¿De a pie?
Sí -le respondo-.
¿Pero, cuándo?
Ahora -le digo-.
¿Ahora? ¿Pero ahora tiene que correrle? (él no me podía entender).
Sí -le respondo-.
¿Pero, cuándo?
Ahora -le digo-.
¿Ahora? ¿Pero ahora tiene que correrle? (él no me podía entender).
Si, si usted me da permiso voy ahora a correrle.
Él era un hombre muy respetuoso, te trataba de una manera que parecía un doctor ese hombre. Tenía una educación bárbara para hablarte, para indicarte lo que había que hacer dentro de la cancha porque sabía muy bien lo que era el fútbol y me dice “No Fiorentino, usted es un hombre clave en el equipo ¿y si se me llega a torcer por una casualidad?”. Y yo, acostumbrado al potrero, le digo “pero no Dodero ¿cómo me voy a torcer en cien metros? Ando todo el día con los otros jugando al fútbol y nos matamos a patadas y ¿qué pasa? acá estoy. Déjeme Dodero, que le voy a correr. Tanto le embromé que accedió.
Bueno, vaya, pero usted me promete una cosa...
Sí -le digo.
Usted termina la carrera, se viene inmediatamente, se da una ducha y se acuesta.
¿Usted me deja?
Sí.
Me abrió la puerta ¿sabés como salí? Salí corriendo para el club, a mí no me llevaron en auto, no me llevó nadie. Vestido como estaba para ir a jugar más tarde a Rauch salí corriendo desde el hotel y llegué corriendo a Independiente. Transpirado a más no poder, llego y ya estaba la yegua “La gringa” que era de ‘Beto’ Sansiñena, la corría el ‘Negro’ Travella, hoy hombre grande. Ya andaba la yegua en la cancha, y si te acordás, atrás, en Independiente hay una bomba vieja de sacar agua así al lado le digo al ‘Negro’ Eloiza que me trajera un pantalón del club, me dieron el pantalón, me saqué la ropa y la dejé hecho un bollito al lado de la bomba, me puse el pantalón y me fui a la cancha de carreras. Con el pantalón solo, descalzo, le corrí ‘en patas’, así nomás como estaba. Cuando me vieron entrar, todo el mundo decía ‘no le puede ganar nunca al caballo’, ‘mirá la altura que tiene’. Recuerdo que la carrera era por cincuenta pesos.
Cuando voy trotando por la cancha para empezar la carrera, me llama el dueño del galgo “El Brandy” y me dice “Petiso ¿qué tiempo tenés en 100 metros?" Yo le digo “no sé, si yo vengo a correr por joder”. Yo sabía cuanto hacía en los 100 metros. Y sabés que me contestó "Si vos no sabés el tiempo que tenés no le podés correr a esa yegua".
¿Sabés que vamos a hacer? Yo te voy a dar 10 pesos pero vos me tenés que decir el tiempo.
Y yo pensé y le digo “¿y vos me das los 10 pesos?”
Sí -me dice- y sacó un billete de 10 pesos, de los grandes, que les llamaban ‘fragata’ y me los dio.
Tomá y metelos en el bolsillo del pantalón. Bueno -dice, ahora si ¿no me mentís el tiempo? ¿cuánto tenés?
Once segundos largando parado -le digo.
Me miró de arriba abajo y me dice ¿once segundos? ¿en serio?
Y, me dijiste que te dijera, no me vas a descubrir el tiempo.
No, no, si yo quiero apostar por vos.
Sacó la cartera de vuelta y me dio cinco pesos más, yo ya tenía 15 pesos y con quince pesos sin todavía haber hecho nada era Gardel. Había ido sin guita y 15 pesos era mucha.
Y me dice “espera un poquito, no le largués a la yegua hasta que yo no juegue, está toda la plata al caballo. Y era cierto, jugaron plata a lo loco en una época en donde no se permitía. Él los esperaba, todo el mundo apostaba por la yegua y él les decía “yo voy al petiso”. Imaginate semejante animal y me miraban a mí, chiquito…
Yo pensaba mientras miraba la yegua “me vas a ganar, pero sabés como vas a tener que disparar” (risas). Estaba Jorge Jaramillo ahí y alguien dijo “lo roba la yegua”, y dice Jorge “entonces vos no lo conocés a Agüita. Le va a ganar, pero no lo va a robar como vos decís. Ahora vamos a ver, cuando corra, después te digo”. La gente jugó plata a lo loco, los milicos atajaban que no jugaran, pero era imposible.
Bueno, vaya, pero usted me promete una cosa...
Sí -le digo.
Usted termina la carrera, se viene inmediatamente, se da una ducha y se acuesta.
¿Usted me deja?
Sí.
Me abrió la puerta ¿sabés como salí? Salí corriendo para el club, a mí no me llevaron en auto, no me llevó nadie. Vestido como estaba para ir a jugar más tarde a Rauch salí corriendo desde el hotel y llegué corriendo a Independiente. Transpirado a más no poder, llego y ya estaba la yegua “La gringa” que era de ‘Beto’ Sansiñena, la corría el ‘Negro’ Travella, hoy hombre grande. Ya andaba la yegua en la cancha, y si te acordás, atrás, en Independiente hay una bomba vieja de sacar agua así al lado le digo al ‘Negro’ Eloiza que me trajera un pantalón del club, me dieron el pantalón, me saqué la ropa y la dejé hecho un bollito al lado de la bomba, me puse el pantalón y me fui a la cancha de carreras. Con el pantalón solo, descalzo, le corrí ‘en patas’, así nomás como estaba. Cuando me vieron entrar, todo el mundo decía ‘no le puede ganar nunca al caballo’, ‘mirá la altura que tiene’. Recuerdo que la carrera era por cincuenta pesos.
Cuando voy trotando por la cancha para empezar la carrera, me llama el dueño del galgo “El Brandy” y me dice “Petiso ¿qué tiempo tenés en 100 metros?" Yo le digo “no sé, si yo vengo a correr por joder”. Yo sabía cuanto hacía en los 100 metros. Y sabés que me contestó "Si vos no sabés el tiempo que tenés no le podés correr a esa yegua".
¿Sabés que vamos a hacer? Yo te voy a dar 10 pesos pero vos me tenés que decir el tiempo.
Y yo pensé y le digo “¿y vos me das los 10 pesos?”
Sí -me dice- y sacó un billete de 10 pesos, de los grandes, que les llamaban ‘fragata’ y me los dio.
Tomá y metelos en el bolsillo del pantalón. Bueno -dice, ahora si ¿no me mentís el tiempo? ¿cuánto tenés?
Once segundos largando parado -le digo.
Me miró de arriba abajo y me dice ¿once segundos? ¿en serio?
Y, me dijiste que te dijera, no me vas a descubrir el tiempo.
No, no, si yo quiero apostar por vos.
Sacó la cartera de vuelta y me dio cinco pesos más, yo ya tenía 15 pesos y con quince pesos sin todavía haber hecho nada era Gardel. Había ido sin guita y 15 pesos era mucha.
Y me dice “espera un poquito, no le largués a la yegua hasta que yo no juegue, está toda la plata al caballo. Y era cierto, jugaron plata a lo loco en una época en donde no se permitía. Él los esperaba, todo el mundo apostaba por la yegua y él les decía “yo voy al petiso”. Imaginate semejante animal y me miraban a mí, chiquito…
Yo pensaba mientras miraba la yegua “me vas a ganar, pero sabés como vas a tener que disparar” (risas). Estaba Jorge Jaramillo ahí y alguien dijo “lo roba la yegua”, y dice Jorge “entonces vos no lo conocés a Agüita. Le va a ganar, pero no lo va a robar como vos decís. Ahora vamos a ver, cuando corra, después te digo”. La gente jugó plata a lo loco, los milicos atajaban que no jugaran, pero era imposible.
Bueno, nos acomodamos con la yegua y largábamos con una bandera que me la bajó ‘Miguelito’, el padre del ‘Negro’ Batisttessa. Me tenía la bandera contra el pecho porque yo no podía mirar para atrás donde estaba la yegua y él me decía: “Agua, donde se acomode la yegua te largo. Guarda que te largo”. Y yo le decía “dale, dale”. “Guarda que se paró bien”, él me iba diciendo los movimientos de la yegua. “Guarda que se paró la yegua, te largo, ¡vamos!”.
Donde dijo ‘vamos’ me le salí por debajo de la bandera, no le dí tiempo a nada. Y moví. ¿Vos sabés el griterío, lo que era eso? Hacía cuenta que estaba en Palermo, 3.000 personas y se venía la yegua, ¡como se venía! y el tipo, como veía que no me podía agarrar, pegaba de los dos lados. Y pegaba y pegaba, era ensordecedor el tropel ese que venía detrás de mí, y faltando unos 30 metros para llegar miro para atrás y medio como que alcanzo a ver la yegua, y como yo era tan fuerte para correr -no aflojaba nunca- volví otra vez a arrancar y le gané por tres metros, dándome vuelta, que si no me doy vuelta le gano más fácil. No sabés cuando terminó como me tiraban para arriba, parecía un papel. El dueño del galgo se llenó de plata, nadie quedó con plata ahí, salvo él, si todo el mundo le jugaba a la yegua… Los mató.
¿Es difícil correrle a un animal en esas condiciones?
El caballo a los 15 metros no tiene más velocidad que esa, lo que pasa es que la sostiene en todo el trayecto, además el ruido de las patas, el miedo que mete ese tropel… En una parte del artículo del diario “La Razón” dice “pueda ser que con lo que ganés tengas para un par de alpargatas” pues yo había corrido descalzo. Bueno, cuando todo termina y yo ya me estoy por volver para el hotel, viene otro morocho y me llama. Me acerco y me dice “¿te vas petiso?”.
Sí -le digo- me voy al hotel porque después tengo que ir a jugar a Rauch a la noche.
“¿No querés correr de vuelta? -me dice-.
¿Y qué carrera querés correr?
La misma.
¿La que corrí recién?
Sí.
Vamos. ¿Por cuánto vamos a correr? (porque yo ya ahí tenía plata). Y el tipo me tiró a la cabeza
Te juego por cien pesos.
Listo, traé el caballo nomás. Te corro.
Para atrás otra vez. A sacarme la ropa. Fue a los boxes, trajo el caballo y yo pensaba "si ésta yegua no me pudo ganar ¿vos me vas a ganar?" Yo no me entregaba, así me estuvieran matando, no soy de achicarme, soy molesto, engreído para el juego y para el deporte. Soy molesto y asqueroso porque el juego y el deporte es para los vivos.
Bueno, trae el caballo. Yo pensaba ‘acá me armo de plata’ porque ese caballo no me podía ganar. En eso veo que se acerca uno de los compañeros de él y le dice “¿che, qué hacés con el caballo?
Donde dijo ‘vamos’ me le salí por debajo de la bandera, no le dí tiempo a nada. Y moví. ¿Vos sabés el griterío, lo que era eso? Hacía cuenta que estaba en Palermo, 3.000 personas y se venía la yegua, ¡como se venía! y el tipo, como veía que no me podía agarrar, pegaba de los dos lados. Y pegaba y pegaba, era ensordecedor el tropel ese que venía detrás de mí, y faltando unos 30 metros para llegar miro para atrás y medio como que alcanzo a ver la yegua, y como yo era tan fuerte para correr -no aflojaba nunca- volví otra vez a arrancar y le gané por tres metros, dándome vuelta, que si no me doy vuelta le gano más fácil. No sabés cuando terminó como me tiraban para arriba, parecía un papel. El dueño del galgo se llenó de plata, nadie quedó con plata ahí, salvo él, si todo el mundo le jugaba a la yegua… Los mató.
¿Es difícil correrle a un animal en esas condiciones?
El caballo a los 15 metros no tiene más velocidad que esa, lo que pasa es que la sostiene en todo el trayecto, además el ruido de las patas, el miedo que mete ese tropel… En una parte del artículo del diario “La Razón” dice “pueda ser que con lo que ganés tengas para un par de alpargatas” pues yo había corrido descalzo. Bueno, cuando todo termina y yo ya me estoy por volver para el hotel, viene otro morocho y me llama. Me acerco y me dice “¿te vas petiso?”.
Sí -le digo- me voy al hotel porque después tengo que ir a jugar a Rauch a la noche.
“¿No querés correr de vuelta? -me dice-.
¿Y qué carrera querés correr?
La misma.
¿La que corrí recién?
Sí.
Vamos. ¿Por cuánto vamos a correr? (porque yo ya ahí tenía plata). Y el tipo me tiró a la cabeza
Te juego por cien pesos.
Listo, traé el caballo nomás. Te corro.
Para atrás otra vez. A sacarme la ropa. Fue a los boxes, trajo el caballo y yo pensaba "si ésta yegua no me pudo ganar ¿vos me vas a ganar?" Yo no me entregaba, así me estuvieran matando, no soy de achicarme, soy molesto, engreído para el juego y para el deporte. Soy molesto y asqueroso porque el juego y el deporte es para los vivos.
Bueno, trae el caballo. Yo pensaba ‘acá me armo de plata’ porque ese caballo no me podía ganar. En eso veo que se acerca uno de los compañeros de él y le dice “¿che, qué hacés con el caballo?
Voy a correr, le voy a correr al petiso que corrió recién.
¿A cuál?
Al petiso al que ganó recién.
¡Vos estás, loco! ¡Qué le vas a correr a ese hombre si es un avión!
¡Mirá acá tenés! y le mostró una ampolleta (cronómetro) pues me había medido el tiempo contra la yegua y yo había hecho 11 segundos clavados. Y por eso no lo dejó correr porque yo le hubiera ganado por un segundo, porque la carrera esa yo ya la tenía re-clara.
Un caballo tropillero, de los cuadreros en 200 metros, largando parado, que tenga 12 segundos es un pingazo, podés correr en cualquier lado y no vas a pasar vergüenza. Yo en 100 metros hacía 11 segundos, me sobraba uno. Pero claro, está la diferencia que el caballo no va a aflojar y a lo mejor yo sí y ahí me descuenta ese segundo. Pero yo no tenía esa condición, yo podía correr los metros que vos quisieras y siempre a la misma velocidad.
Yo tenía una movida impresionante, no lo puedo decir yo, pero acá muchos lo han visto. Acá en la cancha, con el jugador que he salido codo a codo jamás me podían ganar, era rápido. Bueno, pero el tema de la carrera contra la yegua no termina ahí.
Resulta que yo me retiro del Club Independiente, feliz de la vida, con un poco de plata, y me dirijo al hotel para viajar a Rauch en donde jugaríamos horas después. Llego, le cuento a Dodero mi triunfo, él no lo podía creer. Me preguntó como me encontraba y yo estaba todavía sobresaltado, con ganas de seguir corriendo. Le digo "estoy como pistola de bolsillo". Salimos para Rauch, me acuerdo que el 'Torta' González era el arquero, 'Chichilo' de '2' y yo de '3'. Empieza el partido, yo dejaba pasar al wing y de atrás lo corría, lo alcanzaba y le sacaba la pelota. 'Chichilo' me puteaba, me decía de todo. Termina el partido y vamos a cenar los dos planteles. En una mesa estábamos sentados 'Chichilo', yo y 'Carita' Gourriet -en ese orden- y los jugadores de Rauch estaban comentando lo que había pasado horas atrás en Ayacucho. Un hombre le había ganado una carrera a una yegua y lo ligero que sería.
Resulta que yo me retiro del Club Independiente, feliz de la vida, con un poco de plata, y me dirijo al hotel para viajar a Rauch en donde jugaríamos horas después. Llego, le cuento a Dodero mi triunfo, él no lo podía creer. Me preguntó como me encontraba y yo estaba todavía sobresaltado, con ganas de seguir corriendo. Le digo "estoy como pistola de bolsillo". Salimos para Rauch, me acuerdo que el 'Torta' González era el arquero, 'Chichilo' de '2' y yo de '3'. Empieza el partido, yo dejaba pasar al wing y de atrás lo corría, lo alcanzaba y le sacaba la pelota. 'Chichilo' me puteaba, me decía de todo. Termina el partido y vamos a cenar los dos planteles. En una mesa estábamos sentados 'Chichilo', yo y 'Carita' Gourriet -en ese orden- y los jugadores de Rauch estaban comentando lo que había pasado horas atrás en Ayacucho. Un hombre le había ganado una carrera a una yegua y lo ligero que sería.
Entonces 'Chichilo' le dice a uno de los raucheros "no tenés que ir a Ayacucho para conocerlo, acá lo tenés" y me señala. Era el wing de Rauch. Se quería morir, con razón no me podía pasar (risas).
¿Cuál fue el mejor jugador que viste de acá, de Ayacucho?
Bueno, ahí está el tema de los puestos. En el arco los dos que me gustaron fueron Alberto Volontín y el ‘Torta’ González, con los dos jugué como compañeros. Alberto, sin desmerecer a los demás arqueros pues yo soy amigo de todos, fue un grande. El ‘Torta’ también tenía sus cosas, muy buenos arqueros los dos.
Si hablamos de defensores, de ‘2’, ‘Chichilo’ Echavarría, de ‘6’ ‘Carita’ Gourriet. Un señor. Salía jugando, a él no lo apuraba nunca el juego. Estaba adelante del juego. A veces el jugador se siente apurado por el juego, pero cuando vos estás adelante del juego, con la colocación en la cancha, ya estás ganando. Porque es como que la pelota lo busca, pero no es que lo busca, es que vos estás bien parado, bien colocado.
Ahí está la habilidad y la capacidad del jugador para entender el juego y entender a los compañeros porque muchas veces es más importante entender al contrario que entender a tu compañero porque si vos al rival no lo dominás sos hombre perdido y, al revés de las cosas, lo que no lo hago yo lo hacés vos. Por eso es un equipo.
En ese puesto, otro gran jugador fue Hugo Ciganda, no tan técnico tal vez como ‘Carita’, tal vez arriesgaba más la jugada, pero era capaz de salir debajo de su arco y tirarte un caño en el área chica y los metía.
Una vuelta estábamos jugando acá con Tres Arroyos y viste esos peloteos que quedan en el área chica, quedó una pelota dividida entre el ‘9’ y él. El Hugo amagó a sacarla, la pisó y la hizo correr y le metió un caño debajo del arco. Y nosotros renegábamos, renegaba ‘Carita’, renegaba yo, renegábamos todos porque era mucho arriesgar, pero a lo mejor él lo tiraba sabiendo, se sentía seguro, lo tiraba y lo hacía.
En el medio, ví grandes jugadores. Del fútbol viejo, el ‘Paisano’ Milloc. Palabras mayores.
Y de los delanteros, el último ‘9’ que vi yo ‘Tortita’ González. Él era toda una seguridad.
Una vuelta, nosotros jugábamos un partido y el arquero era el ‘Torta’ González. Fuimos a jugar a Rauch con la selección de allá y el ‘9’ de ellos era el ‘Banana’ Gallardo, que venía a veces de Rauch a jugar por Sarmiento.
En una jugada, recuerdo que ‘Chichilo’ Echavarría me baja una pelota a mí con la cabeza, si me hubiese querido meter el fútbol en el bolsillo me lo mete, porque él con la cabeza era un artista, todo el mundo lo vio, de arriba era impasable, y la pelota viene hacia afuera, para el lado del lateral, y yo la voy a parar y me caigo. No sé qué me pasó. El ‘Banana’ me la engancha, tenía piernas largas y me la lleva y por abajo le hace el gol al ‘Torta’, al primer palo, y perdimos 1 a 0.
En ese puesto, otro gran jugador fue Hugo Ciganda, no tan técnico tal vez como ‘Carita’, tal vez arriesgaba más la jugada, pero era capaz de salir debajo de su arco y tirarte un caño en el área chica y los metía.
Una vuelta estábamos jugando acá con Tres Arroyos y viste esos peloteos que quedan en el área chica, quedó una pelota dividida entre el ‘9’ y él. El Hugo amagó a sacarla, la pisó y la hizo correr y le metió un caño debajo del arco. Y nosotros renegábamos, renegaba ‘Carita’, renegaba yo, renegábamos todos porque era mucho arriesgar, pero a lo mejor él lo tiraba sabiendo, se sentía seguro, lo tiraba y lo hacía.
En el medio, ví grandes jugadores. Del fútbol viejo, el ‘Paisano’ Milloc. Palabras mayores.
Y de los delanteros, el último ‘9’ que vi yo ‘Tortita’ González. Él era toda una seguridad.
Una vuelta, nosotros jugábamos un partido y el arquero era el ‘Torta’ González. Fuimos a jugar a Rauch con la selección de allá y el ‘9’ de ellos era el ‘Banana’ Gallardo, que venía a veces de Rauch a jugar por Sarmiento.
En una jugada, recuerdo que ‘Chichilo’ Echavarría me baja una pelota a mí con la cabeza, si me hubiese querido meter el fútbol en el bolsillo me lo mete, porque él con la cabeza era un artista, todo el mundo lo vio, de arriba era impasable, y la pelota viene hacia afuera, para el lado del lateral, y yo la voy a parar y me caigo. No sé qué me pasó. El ‘Banana’ me la engancha, tenía piernas largas y me la lleva y por abajo le hace el gol al ‘Torta’, al primer palo, y perdimos 1 a 0.
¿Sabés como lloraba ‘Chichilo’? Porque a mí eso no me había pasado nunca y como a mí me gustaba ganar, no me gustaba perder él lloraba como loco. Nuestro técnico era Dodero, había que jugar la revancha en Ayacucho así que Dodero nos reunió a todos y nos dice: “Bueno muchachos, ya saben que hemos perdido en Rauch, en la revancha vamos a jugar 10 para 1”.
Nos miramos, nadie había sentido hablar de esa clase de juego que se podía armar. ¿Qué era 10 para 1?
¿Qué era? Que nosotros podíamos venir del área de nosotros hasta la mitad de la cancha y el único que podía pasar la mitad de la cancha era Daniel González. Así que nosotros teníamos que jugar 10 tipos para Daniel y terminamos ganando 5 a 0 con cinco goles de Daniel González.
Nos miramos, nadie había sentido hablar de esa clase de juego que se podía armar. ¿Qué era 10 para 1?
¿Qué era? Que nosotros podíamos venir del área de nosotros hasta la mitad de la cancha y el único que podía pasar la mitad de la cancha era Daniel González. Así que nosotros teníamos que jugar 10 tipos para Daniel y terminamos ganando 5 a 0 con cinco goles de Daniel González.
Así nos hizo jugar Dodero.
Por ahí se daba la circunstancia que en alguna jugada pasabas la mitad de la cancha, pero el único autorizado era el ‘Tortita’. Ahí lo tenés a González. Mirá que yo jugué en contra de él, lo tuve de compañero y lo estudiaba como compañero, lo tuve de contra y lo estudiaba como rival pero no lo podías descubrir nunca porque era muy difícil. Tenía una forma de jugar que te arrastraba tan fácil. Te arrastraba la pelota, la llevaba como si ya la fuera a perder pero la pelota él no la perdía nunca y entraba y se iba y que no te fuera a agarrar de media cancha para adelante porque eras boleta. Y ese arranque y ese tranco lento, cuando veo al hijo por televisión (Mariano, jugador del Porto de Portugal) veo esos mismos movimientos de Daniel.
¿Quién fue el compañero que mejor te entendió dentro de una cancha?
Mirá, es difícil, he jugado con tantos muchachos... Daniel Fernández, el ‘2’ de Balcarce, por ejemplo que era un fenómeno. Porque ¿qué pasa? El juego no es simplemente lo que pasa por los pies, el juego pasa por la cabeza del jugador también. Pasa por la forma de hablar. Porque si vos estás jugando un partido malo y yo te rezongo más te voy a enredar. El compañerismo dentro de la cancha quiere decir mucho.
Por ejemplo, jugando al lado de ‘Chichilo’ Echavarría ya sabías que tenías que apretar los dientes antes de salir del vestuario. Gente que jugaba al todo o nada.
¿Cómo fue tu retiro del fútbol?
La foto que ves (abajo), en la que estoy junto a Julio Pasarín, es de un partido en el final de mi carrera en Defensores. La mayor parte de mi carrera la hice en Independiente y me retiré jugando en 1989 para Defensores.
Esa foto corresponde a un partido del ’89 contra Atlético. Yo en esa época estaba jugando de delantero. El ‘Gordo’ Pasarín, técnico de Defensores, me va a buscar porque precisaba un ‘3’. Victoriano Iturralde estaba jugando muy bien de wing derecho y nadie lo podía agarrar.
El ‘Gordo’ me dice: “Agua tenés que jugar de ‘3’”.
No -le digo-, hace siete años que no juego de marcador, he perdido hasta la distancia como para jugar de ‘3’. No es lo mismo delantero que defensor.
No, pero el único que le podés hacer carrera a Victoriano sos vos. El único que lo puede agarrar acá a Victoriano sos vos, después no lo agarra nadie.
Pero no puedo, estoy lejos de jugar de marcador.
Bueno, tanto me embromó que acepté y yo soy muy rápido para cambiar de lo bueno a lo malo o de lo malo a lo bueno. En el buen sentido de las cosas. Y así fue.
Bueno, se terminó, yo juego de ‘3’. La cuestión es que jugué y Victoriano no tocó una pelota. Inventó toda la tarde a ver por donde pasar. Pero ¿por dónde iba a pasar si yo tenía oficio y una ‘cancha’ bárbara? Yo la manejaba a la cancha, aparte tenía juego, era rápido, tenía maña.
Entonces, yo les dije que el día que un tipo me ganara mano a mano en velocidad en esas pelotas, para una corrida de 30/40 metros, que yo no jugaba más al fútbol. Pero me tienen que ganar, porque hasta ahora no me pueden ganar.
Pasa el tiempo y viene un partido que juegan Defensores y Atlético. Jorgito Diz, que jugaba de Atlético, me agarra en una jugada junto a la cabina de transmisión medio de costado. Yo no me alcancé a dar vuelta y tiran una pelota larga y él ya venía de frente y yo me tuve que dar vuelta y me sacó mal.
Él, vivo, no me dejó afirmarme, que si yo lo alcanzo a tocar con el brazo, él me acomoda en el golpe, me da vuelta y salgo. Y no. Me dejó en el vacío y se me fue. Y ahí no jugué más. Yo ya lo había dicho y ya había pasado los 40 años.
¿Qué representa Independiente en tu vida?
Yo empecé de chico ahí, con mi hermano y tengo los mejores recuerdos junto a tantos muchachos como el ‘Vasco’ Aniz, un jugador que era lento, que parecía que ya lo pasabas pero cuando vos menos lo esperabas él te la quitaba. Un jugador con una característica bárbara y que tendrían que tener todos los jugadores, él era seguidor y nunca se entregaba.
Independiente frente a Defensores, mediados de la década del '70. La pelota, impulsada por 'Agüita' Fiorentino (fuera de la imagen), ingresa mansamente a la valla defensorista ante la inútil corrida del 'Chato' Eloiza y el 'Gallego' Olarte y se convierte en el cuarto gol 'rojo'.
¿Quién fue el compañero que mejor te entendió dentro de una cancha?
Mirá, es difícil, he jugado con tantos muchachos... Daniel Fernández, el ‘2’ de Balcarce, por ejemplo que era un fenómeno. Porque ¿qué pasa? El juego no es simplemente lo que pasa por los pies, el juego pasa por la cabeza del jugador también. Pasa por la forma de hablar. Porque si vos estás jugando un partido malo y yo te rezongo más te voy a enredar. El compañerismo dentro de la cancha quiere decir mucho.
Por ejemplo, jugando al lado de ‘Chichilo’ Echavarría ya sabías que tenías que apretar los dientes antes de salir del vestuario. Gente que jugaba al todo o nada.
¿Cómo fue tu retiro del fútbol?
La foto que ves (abajo), en la que estoy junto a Julio Pasarín, es de un partido en el final de mi carrera en Defensores. La mayor parte de mi carrera la hice en Independiente y me retiré jugando en 1989 para Defensores.
Esa foto corresponde a un partido del ’89 contra Atlético. Yo en esa época estaba jugando de delantero. El ‘Gordo’ Pasarín, técnico de Defensores, me va a buscar porque precisaba un ‘3’. Victoriano Iturralde estaba jugando muy bien de wing derecho y nadie lo podía agarrar.
El ‘Gordo’ me dice: “Agua tenés que jugar de ‘3’”.
No -le digo-, hace siete años que no juego de marcador, he perdido hasta la distancia como para jugar de ‘3’. No es lo mismo delantero que defensor.
No, pero el único que le podés hacer carrera a Victoriano sos vos. El único que lo puede agarrar acá a Victoriano sos vos, después no lo agarra nadie.
Pero no puedo, estoy lejos de jugar de marcador.
Bueno, tanto me embromó que acepté y yo soy muy rápido para cambiar de lo bueno a lo malo o de lo malo a lo bueno. En el buen sentido de las cosas. Y así fue.
Bueno, se terminó, yo juego de ‘3’. La cuestión es que jugué y Victoriano no tocó una pelota. Inventó toda la tarde a ver por donde pasar. Pero ¿por dónde iba a pasar si yo tenía oficio y una ‘cancha’ bárbara? Yo la manejaba a la cancha, aparte tenía juego, era rápido, tenía maña.
Entonces, yo les dije que el día que un tipo me ganara mano a mano en velocidad en esas pelotas, para una corrida de 30/40 metros, que yo no jugaba más al fútbol. Pero me tienen que ganar, porque hasta ahora no me pueden ganar.
Pasa el tiempo y viene un partido que juegan Defensores y Atlético. Jorgito Diz, que jugaba de Atlético, me agarra en una jugada junto a la cabina de transmisión medio de costado. Yo no me alcancé a dar vuelta y tiran una pelota larga y él ya venía de frente y yo me tuve que dar vuelta y me sacó mal.
Él, vivo, no me dejó afirmarme, que si yo lo alcanzo a tocar con el brazo, él me acomoda en el golpe, me da vuelta y salgo. Y no. Me dejó en el vacío y se me fue. Y ahí no jugué más. Yo ya lo había dicho y ya había pasado los 40 años.
¿Qué representa Independiente en tu vida?
Yo empecé de chico ahí, con mi hermano y tengo los mejores recuerdos junto a tantos muchachos como el ‘Vasco’ Aniz, un jugador que era lento, que parecía que ya lo pasabas pero cuando vos menos lo esperabas él te la quitaba. Un jugador con una característica bárbara y que tendrían que tener todos los jugadores, él era seguidor y nunca se entregaba.
Independiente de mediados de los '60, Agüita, abajo, primero a la izquierda
¿Se te dio alguna vez por dirigir a un equipo?
No, no tengo esa condición, para nada. Me pasaría que en una jugada que no se da me meto yo corriendo a la cancha. No lo puedo evitar, ahora me pasa, vos me sentís ahora y a mí el fútbol no me interesa, pero no vayas a agarrar un fútbol y lo hagas sonar ahí porque me vuelvo loco. Aparte vos no podés entrenar cinco días a la semana y el sábado a la noche te vas de joda. Tiraste todo lo que hiciste, porque lo único que te está ayudando a vos es la juventud que tenés y cuando uno tiene juventud, te lo digo porque yo ya lo pasé, te va a dar lo mismo para allá que para acá y lo primero que me vas a decir es “yo soy muy vago”.
¿Hace mucho que no vas a la cancha?
Sí, yo desde que dejé de jugar ya no fui más. No fui más porque no encuentro el juego de antes. No veo a los chicos de hoy de ese juego de ‘abrir la cancha’ cuando hay que abrirla, porque acá les parece que abrir la cancha es abrir el portón para que entre la gente. Vos no ves más un cambio de frente de 40 metros.
Recuerdo, antes, cuando el juego estaba en el otro lado y cuando te querías acordar tenías que salir como un bombero corriendo al ‘4’ cuando la jugada estaba en el ‘3’ contrario, del otro lado. Era una cosa de locos. Y después parar la pelota y sacarla, porque, para mí, es más fácil sacarla de abajo, jugando, antes que darle un voleo que, sabés, el defensor está esperando y casi siempre, pocas son las veces que el delantero gana. De peinar una pelota a lo mejor para que siga el juego pero vos la peinaste y ¿qué pasó? ¿quién la corre después que la peinaste vos? Nadie. Pero, para vos sacar una pelota jugada de abajo tenés que tener la cancha abierta, tenés que tener jugadores que te están esperando, jugadores que te están mirando para que vos puedas descargar la pelota ¿porqué si no cómo hacés?
¿Aún no yendo a la cancha, te puedo preguntar cómo ves el fútbol local?
Al fútbol local lo veo en la calle, porque yo soy amigo de todos. Pero veo que está primero la noche que el deporte ¿y yo sabés que hacía cuando tenía que jugar al otro día? (se emociona). Eran las 8 de la noche y estaba mirando el cielorraso y la luz de la ventana a ver si aparecía el día para ir a jugar. Aparte pasaba otra cosa, que si hoy hay un ‘3’ de punta no hay dos ‘3’. Si hay un ‘6’, no hay dos ‘6’. Antes era distinto, a vos te decían “a las dos de la tarde tenés que estar jugando”. Y había que ir a la una porque si aparecías más tarde había tres o cuatro para jugar en tu puesto. Hoy hay uno solo ¿qué tenés que hacer vos? Agarrar el auto e ir a buscarlo. Yo lo he visto, no hablo mal de nadie, cada cual que haga la vida que quiera, pero es lo que yo veo. Si te dedicás a una cosa no podés dedicarte a la otra. A mi no me gustaba entrenar, si correr, y el resto de los muchachos se quejaban que yo no entrenaba, pero tenía tanto estado físico que no me perjudicaba no entrenar todos los días. A pesar de todo, eso yo antes no lo entendía y tal vez hoy si.
Me gustaba tanto el fútbol que yo me enojaba cuando el partido terminaba...
Que mejor cierre para esta nota que con esta frase que lo pinta de cuerpo entero. Simple, espontáneo, directo. Un verdadero gusto haber charlado por dos horas con este grande de nuestro fútbol.
Creemos haber logrado en estos capítulos plasmar su pasión por el fútbol y todo lo que de él piensa.
¡¡Muchas Gracias Agüita!!
NOTA DEL AUTOR: En nuestra sección 'Lejos del pago', hay un repaso a su etapa en el fútbol balcarceño.
¿Aún no yendo a la cancha, te puedo preguntar cómo ves el fútbol local?
Al fútbol local lo veo en la calle, porque yo soy amigo de todos. Pero veo que está primero la noche que el deporte ¿y yo sabés que hacía cuando tenía que jugar al otro día? (se emociona). Eran las 8 de la noche y estaba mirando el cielorraso y la luz de la ventana a ver si aparecía el día para ir a jugar. Aparte pasaba otra cosa, que si hoy hay un ‘3’ de punta no hay dos ‘3’. Si hay un ‘6’, no hay dos ‘6’. Antes era distinto, a vos te decían “a las dos de la tarde tenés que estar jugando”. Y había que ir a la una porque si aparecías más tarde había tres o cuatro para jugar en tu puesto. Hoy hay uno solo ¿qué tenés que hacer vos? Agarrar el auto e ir a buscarlo. Yo lo he visto, no hablo mal de nadie, cada cual que haga la vida que quiera, pero es lo que yo veo. Si te dedicás a una cosa no podés dedicarte a la otra. A mi no me gustaba entrenar, si correr, y el resto de los muchachos se quejaban que yo no entrenaba, pero tenía tanto estado físico que no me perjudicaba no entrenar todos los días. A pesar de todo, eso yo antes no lo entendía y tal vez hoy si.
Me gustaba tanto el fútbol que yo me enojaba cuando el partido terminaba...
Que mejor cierre para esta nota que con esta frase que lo pinta de cuerpo entero. Simple, espontáneo, directo. Un verdadero gusto haber charlado por dos horas con este grande de nuestro fútbol.
Creemos haber logrado en estos capítulos plasmar su pasión por el fútbol y todo lo que de él piensa.
¡¡Muchas Gracias Agüita!!
NOTA DEL AUTOR: En nuestra sección 'Lejos del pago', hay un repaso a su etapa en el fútbol balcarceño.
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