domingo, 28 de agosto de 2016

Vagancia (cuento)

Hace ya unos cuantos años, a fines de la década de 1960, me encontré de casualidad en Buenos Aires con el Doctor Iriarte, que en realidad para mí era -y es- simplemente Aníbal, mi gran amigo de la infancia en Ayacucho, ese hermoso pueblo de la Provincia de Buenos Aires en el que ambos nos habíamos criado.

Nos veíamos poco pues él seguía viviendo en nuestra ciudad ejerciendo la medicina, y a mí la vida me había llevado a radicarme en la Capital Federal. Como era usual en nuestros esporádicos encuentros, hablamos bastante sobre qué había sido de la vida de nuestros amigos comunes del pueblo, y de otras novedades del mismo.

Así fue que me dijo: ¿te acordás de Miguel Didío, al que le llamaban ‘Vagancia’, y que vivía al lado de la comisaría del pueblo, enfrente de la casa de nuestro amigo ‘Fedo’ Vago? Le respondí que, efectivamente, me acordaba de él pues habíamos cursado juntos muchos años del primario en la Escuela Número 1. Le dije que, además de conocerlo, sabía perfectamente que su apodo le calzaba bien en base a lo que me acordaba del desempeño de Miguel en la escuela. El estudio no era su fuerte.

Me contó que el aparente poco tiempo y esfuerzo que Miguel había dedicado al estudio lo había volcado de manera superlativa hacia el fútbol. Él, prácticamente, había nacido en el Club Sarmiento de Ayacucho. Sus tíos, José y Vicente, habían sido miembros del grupo de entusiastas y humildes muchachos que en 1922 habían fundado el Sport Club, que es como Sarmiento se llamó inicialmente.

Su papá Pedro Didío, al que le decían ‘Perico’, menor que ellos, se sumó desde chico al club. Yo lo recordaba a Miguel jugando con los pibes de Sarmiento. Fue Pedro, su papá, quien le inculcó el gusto por el fútbol y le enseñó las nociones más básicas de cómo jugar. Pero también le había inculcado los valores fundamentales que entendía, requería la práctica del fútbol y la vida misma. El amor y la fidelidad a los colores de su club, Sarmiento de Ayacucho, el respeto por sus compañeros y, lo que era más importante, por los circunstanciales rivales y por quienes dirigían los partidos. ‘Perico’ le había enseñado que era bueno y necesario ganar, pero que había que hacerlo jugando al fútbol, con buenas artes y no de cualquier manera.

Esos valores los había traído de su Italia natal 'Domingo', el papá de Pedro y abuelo de Miguel, que era de esos tanos de fierro que con su esfuerzo y honradez construyeron la Argentina. Hombres que en muchos casos vinieron muy jóvenes y solos a estas tierras y que a pesar de ser muy pobres no cambiaban sus creencias y valores por nada del mundo, porque fueron esos valores de trabajo honrado y de familia, los que les habían sido inculcados por sus mayores y los que los sostuvieron en aquellos años duros en que dejaron lejos a su tierra, y a sus seres queridos, para venir a construir sus vidas en esta nueva patria. Es así que ‘Perico’ los heredó de su viejo, el ‘tano Domingo’ y se los transmitió, sin anestesia ni concesiones, a su hijo Miguel.

'Perico' Didío, padre de Miguel

Por lo que me contó Aníbal, había descollado en el Club Sarmiento hasta llegar a la Primera División del mismo en la posición de volante central, el clásico número cinco de aquellos años, y que había sido parte fundamental de la formación del Club Sarmiento que ganó consecutivamente dieciséis Campeonatos de Primera División de la Liga Ayacuchense de Fútbol. Además, me contó que esas grandes performances en su club hicieron que fuera incorporado a la Selección de Fútbol de Ayacucho a edad temprana. Tan buena había sido su evolución, que los entendidos del fútbol local decían que debería figurar en el Seleccionado de Ayacucho de todos los tiempos.

‘Vagancia’ tenía grandes condiciones pero le faltaba pulirlas para dar el salto de calidad que su fútbol pedía a gritos. Y fue el ‘Maestro’ Miguel Ángel Dodero, aquel gran jugador integrante del plantel de Racing tri-campeón argentino 1949-1950-1951 quien con su sapiencia lo ilustró, cuando fue a Ayacucho años después a dirigir la Selección local, sobre las cosas que debería hacer para convertirse en un jugador de elite. Le enseñó cómo pararse en la cancha, como correr inteligentemente agregando valor a su juego y a su aporte al equipo, lo instruyó sobre el valor de la concentración en el juego, sobre como pegarle a la pelota en tiros libres y penales, y la importancia del entrenamiento permanente, la vida sana y la alimentación adecuada.

Al cabo de unos pocos años su gran nivel futbolístico se había chocado con el techo que le ponía a su talento la limitada liga local de fútbol. Muchas veces se había comentado que varios clubes importantes de la Provincia de Buenos Aires lo habían tentado a emigrar ofreciéndole posibilidades económicas y futbolísticas, que no podría tener en su ciudad. Pero Miguel siguió siendo fiel a su querido Sarmiento, y a sus colores rojo y negro, y prefirió seguir jugando con sus compañeros de siempre en su club, tal como le había enseñado su querido padre.

Pero un día ‘Perico’ partió de esta vida y como dice el tango “pasó a ser recuerdo”. Yo no estaría todos los domingos en la cancha de La Liga viendo jugar a su hijo. La calidad del fútbol de Miguel siguió creciendo y su fama llegó a otras asociaciones de fútbol importantes de la provincia hasta que un día de 1966 un contrato muy tentador lo llevó a jugar al equipo más importante de la ciudad de Pergamino. El Douglas Haig. Nadie en Sarmiento ni en el pueblo le había reprochado el pase. Ya había hecho mucho por su club y por la Selección de Ayacucho y era lógico que en el pico de su carrera fuera a ganar fama y unos buenos pesos a otras ligas más poderosas.

En Sarmiento soñaban con verlo llegar a alguno de las grandes instituciones de la Primera División del país. Pensaban que clase le sobraba. Sus compañeros de equipo estaban convencidos de su talento y de las posibilidades que tenía Miguel de triunfar lejos del pueblo y del club que lo vio nacer y crecer. Su triunfo sería el de todos los muchachos del club y también el del fútbol de Ayacucho.

Ya no estaba su querido viejo para recordarle que debía ser fiel a su club hasta el día final. Que eso era lo importante, y que el dinero no vale nada si uno traiciona sus colores y sus valores. Miguel conocía de memoria las enseñanzas de su padre, pero pensó en ese momento que él era un hombre y debía ahora elegir el camino a seguir. Se ve que especulaba que sus tiempos no eran los de su padre, y que el crecer hacia ligas mayores no significaba una traición a los principios que el viejo le había inculcado. Él seguiría siendo fiel a ellos, pero en otro equipo. 

Por otra parte, resonaban en su mente las enseñanzas del ‘Maestro’ Dodero incitándolo a ser un verdadero profesional y a crecer cada día más en su fútbol. Aliviaba su dolor, y sensación de estar traicionando a su ‘viejo’, el hecho que Douglas Haig tuviera los mismos colores que su querido Sarmiento. Las camisetas eran idénticas: rojas y negras a rayas verticales.

Así fue que Miguel pasó a formar parte del plantel superior del gran equipo de Pergamino, pero había logrado introducir una cláusula en su contrato que indicaba que deberían permitirle regresar a jugar a Ayacucho cada vez que la Selección de la ciudad lo reclamara. Al igual que en su Sarmiento y en la Selección de Ayacucho ‘Vagancia’ descolló por su calidad futbolística, su pinta de crack y su hombría de bien.

Aníbal me contó que quiso el destino que pasaran unos pocos años y que el Club Atlético Sarmiento de Ayacucho, en una actuación inédita para un equipo de la liga local, llegara a disputar la final del Torneo Provincial de Fútbol de ese año, 1969, campeonato que reunía a los equipos campeones de todas las ciudades de la Provincia de Buenos Aires. Había derrotado en la semifinal a Santamarina de Tandil en un agónico y milagroso 2 a 1 de visitante en una actuación para el recuerdo.

Si había un equipo de Ayacucho que podría haber llegado tan lejos era precisamente ese de Sarmiento, múltiple campeón de la Liga local. Pero que los rojinegros estuvieran en esa final no sorprendía tanto, ya que el fútbol de Ayacucho estaba pasando por el que tal vez haya sido su período de mayor esplendor. El año anterior la Selección local había llegado a la puerta de la final del torneo provincial correspondiente al entonces llamado “Campeonato Argentino”, y Miguel había sido parte de esa Selección.

Nunca un cuadro de fútbol de mi pueblo había pasado de los cuartos de final del Torneo Provincial de Clubes Campeones. El hecho de estar entre los ocho mejores de la Provincia era de por sí una hazaña casi imposible de plasmar. Era lógico. Ese territorio estaba monopolizado por los grandes clubes de las ciudades más importantes de la Provincia. Allí brillaban los equipos de Bahía Blanca, de Tandil, de Mar del Plata, de Olavarría, de Pergamino, de Junín, de Tres Arroyos, etc., pero nunca uno de las ciudades más pequeñas como Ayacucho. Sus equipos más importantes eran rentados, o por lo menos sus mejores jugadores lo eran. 

Para un club de Ayacucho el ganarle algún partido a esos grandes era posible, de hecho alguna vez lo habían logrado, pero era visto por propios y extraños como una verdadera proeza. Pero soñar en disputar las primeras posiciones en el torneo provincial era casi impensable.

La final del campeonato se iba a jugar en un par de semanas, más precisamente el 25 de Octubre de 1969, y ante el asombro de todos allí estaría Sarmiento de Ayacucho representando a todas las ciudades ‘chicas’ de la provincia. Pero llegaba a esa instancia final sin uno de sus cracks históricos, ‘Vagancia’ Miguel Didío, pero contaba con otros jugadores de fuste como ‘Pocho’ Guisande, el ‘Zurdo’ Mingone, el gran arquero ‘Torta’ González”, ‘Carita’ Gourriet y otros jugadores consagrados, que junto a ‘Vagancia’ habían construido la leyenda histórica de Sarmiento de Ayacucho.

Eduardo 'Torta' González, Miguel 'Vagancia' Didío y Néstor 'Pocho' Eloiza

Por desgracia, el otro finalista era Douglas Haig de Pergamino el poderoso equipo en el que descollaba Miguel en ese momento. La industria textil estaba en su apogeo en la ciudad de Pergamino y los empresarios del rubro ponían dinero fuerte para tratar de llevar a su querido club a las divisiones más importantes del fútbol de nuestro país. No les faltaba ni plata ni ganas. Venía de ganar cómodo su semifinal contra Olimpo de Bahía Blanca por dos a cero. Para los pergaminenses la final lucía fácil contra el que creían era, y con razón, un ‘equipo menor’, de una ciudad mucho más pequeña y con todos sus jugadores amateurs.

La final se jugaría en el viejo Estadio San Martín de Mar del Plata. Atrapado por estas circunstancias excepcionales que me había contado mi amigo decidí viajar a la “ciudad feliz” para presenciar el encuentro y ver nuevamente en acción a mi antiguo compañero de la escuela y verificar si, como me había dicho Aníbal, Miguel se había convertido en un gran jugador de clase nacional.

Obviamente mis simpatías estaban con Sarmiento, el campeón de Ayacucho, equipo que tenía la posibilidad de lograr una hazaña que había estado fuera del alcance de los demás campeones de mi ciudad que habían participado en este torneo.

Por otra parte, la presencia de ‘Vagancia’ en el once contrario hacía que algo en mi quisiera que mi ex compañero de escuela descosiera la pelota con su calidad para que todos lo vieran. Al fin de cuentas él era una perla surgida del gran fútbol ayacuchense.

El estadio estaba absolutamente completo. Debería haber una multitud de unas veinte mil personas. Se veían camisetas rojas y negras a rayas por todos lados. Pero las dos terceras partes hinchaban por el cuadro de Pergamino. El equipo ‘grande’, es decir Douglas Haig, había tenido el privilegio de conservar en el sorteo su camiseta original de bastones rojos y negros verticales. Sarmiento de Ayacucho había optado por una alternativa totalmente blanca, con vivos rojos y negros. Ese era otro dato que nos indicaba, o nosotros queríamos creer que nos indicaba, que los Dioses del Olimpo, o tal vez, Dioses más terrenales, como las autoridades de la Federación de Clubes de la Provincia de Buenos Aires, se inclinaban abiertamente hacia el equipo pergaminense.

Quisiera decir que el partido fue parejo, pero en realidad en la cancha se notaba demasiado la diferencia de calidad entre un equipo profesional, Douglas Haig, y uno amateur Sarmiento de Ayacucho. El juego atildado de los de Pergamino dirigidos dentro del rectángulo por ‘Vagancia’ no podía ser controlado adecuadamente por el medio campo y la defensa de los de Ayacucho al punto tal que la figura de Sarmiento era sin lugar a dudas su arquero, el ‘Torta’ González, quien en una tarde inolvidable sacó varias pelotas que normalmente hubiera tenido que ir a buscarlas al fondo de su arco.

No es que Sarmiento jugó todo el partido colgado del travesaño, pero su planteo táctico conservador inicial (5-4-1), por momentos pasó a ser 5-5, y que por largos minutos llegó a ser 10-0, le había dado resultado hasta los 30 minutos del segundo tiempo, momento en que la desesperación llevó a los muchachos de Douglas Haig a ir con todos sus hombres a buscar el triunfo “como fuera”. Se olvidaron de su habitual “jogo bonito” y ante la maraña de piernas que les presentaba Sarmiento, optaron por hacer llover centros sobre el área rival, la mayoría de los cuales eran despejados por la heroica defensa de Sarmiento, y los que no, pegaban en alguno de los palos o los sacaba el ‘Torta’ González en voladas increíbles.

La performance de Miguel no había sido demasiado destacada, pero igual se veía que Douglas Haig dependía mucho de su calidad futbolística para armar el juego y ordenar a su equipo.

Llegando al minuto 30 del segundo tiempo con el resultado 0 a 0, y en medio de ese dominio total del Douglas, la defensa de Sarmiento rechazó una pelota larga, la que fue tomada por ‘Pocho’ Guisande, su wing derecho, cuando cruzaba la mitad de la cancha. ‘Pocho’ picó raudamente hacia el arco rival. Se produjo un silencio total entre los hinchas de Pergamino y una esperanza incrédula entre los de Ayacucho. Nos parecía estar viendo a Alcides Ghiggia, el gran wing del seleccionado uruguayo corriendo en el Maracaná hacia el arco rival para convertir el gol del triunfo uruguayo ante Brasil con el que los ‘celestes’ conquistaron la Copa del Mundo de 1950. Y al igual que en aquel histórico partido vimos como ‘Pocho’ Guisande entrando al área convertía el gol de Sarmiento con un tiro cruzado al segundo palo. Veíamos la pelota dentro del arco, pero no lo podíamos creer. Sarmiento estaba a quince minutos de la gloria.

Ni que hablar que el domino de Douglas Haig fue absoluto en esos últimos minutos del partido. Evoco que pegaron dos tiros en los palos y uno en el travesaño, y que la defensa sacó dos pelotas sobre la línea. Fue así que se llegó al minuto cuarenta y cinco del segundo tiempo, y en el enésimo centro tirado por los muchachos de Pergamino sobre el área de Sarmiento vimos que el referí cobraba penal a favor de Douglas Haig. No lo podíamos creer. No sabíamos que había cobrado.

Aparentemente, según las señas que hacía el referí, la pelota había rozado el brazo de un defensor de Sarmiento y él, en un fallo absolutamente absurdo pues nadie en las tribunas había visto esa infracción, entendió que la mano había sido intencional. Había sensación de “partido afanado” en las tribunas. Parecía que los directivos de la Federación de Clubes de la Provincia habían determinado que una institución de una ciudad chica “no podía salir campeón provincial”. La prueba estaba ante los ojos de quienes la quisieran ver.

Los que hinchábamos por Sarmiento presentíamos que si metían el penal sería el final del sueño. Habría alargue, y dado el agotamiento total que mostraban nuestros muchachos era imposible que prevalecieran en los 30 minutos adicionales.


El Director Técnico del equipo de Pergamino seguramente había ordenado que en caso de tener un penal a favor lo pateara Miguel dado que, tal como me había contado Aníbal, “era un reloj tirando penales”. Los metía a todos. Todo lo que pateaba iba dentro del arco, y a pocos centímetros de los palos. En sus años en Douglas Haig solo había errado un tiro desde los once pasos de los muchos que pateó, y fue un día que jugó con cuarenta grados de fiebre.

Desde la tribuna vi claramente al DT de Pergamino gritarle a Miguel con autoridad: “sí, lo patea usted Miguel”. Y ante la cara medio incrédula y medio pidiendo clemencia de ‘Vagancia’ repitió a los gritos para que no quedaran dudas, “¡lo patea usted Miguel!”.

Visto a la distancia, y en trance de filosofar, llegué a pensar que como todos los seres humanos tenemos un momento culminante en nuestras vidas que determina, para bien o para mal, el camino que tomaremos, ese instante debió haber sido el de la vida de ‘Vagancia’. Solo frente a la pelota, con veinte mil almas mirándolo, y con el arquero del equipo de sus amores, el ‘Torta’ González enfrente deseoso de entrar en la gloria. Sabía que estaban en el estadio ‘observadores’ de clubes de primera división dispuestos a llevar a sus instituciones a aquellos jugadores que se destacaran en esta final bonaerense. También estaba en juego su futuro de futbolista.

Seguramente cuando estaba frente a la pelota repensó todo aquello que hacía de él tan buen pateador de penales. “Nunca tomar una carrera demasiado corta, ni tampoco demasiada larga”. “No tirar la pelota suavemente ‘a colocar’”. “No tomar al esférico demasiado abajo, pues se lo tira por sobre el travesaño”. “Siempre patear fuerte, preferiblemente cruzado y junto al palo”. “Anticipar el movimiento del arquero e ir al palo contrario”. “Uno de cada cuatro o cinco penales patearlo al medio y a media altura”. “Solo ‘picarla’ excepcionalmente y nunca hacerlo en un partido importante”.

También le deben haber venido a la mente las palabras que, intuyo, su DT le debe haber dicho en el vestuario antes del partido: “si hay un penal, lo patea usted, Miguel”. En los momentos importantes el DT seguramente no lo llamaba ‘Vagancia’, sino por su nombre; Miguel. Seguramente en esos instantes trascendentales lo trataba de “usted”. Le debe haber dicho algo así como; “Sé que esto para usted es difícil Miguel, pero usted es un profesional y no tengo dudas que a pesar de saber contra quien estamos jugando esta final, usted cumplirá con su deber de profesional”

Él, seguramente, no deseaba ser quien pateara el penal pero no tenía dudas que iba a ser así. El DT tenía razón. Su ‘Maestro’, Miguel Ángel Dodero, seguramente hubiera suscripto las palabras de su DT. Él ya era un verdadero profesional e iba a cumplir con la determinación del Técnico. Por supuesto, no iba a festejar el gol y seguramente se iba a dirigir a la tribuna de hinchas de Sarmiento pidiendo perdón y comprensión.

Ciertamente debería saber, o tal vez intuir, que ahí, en ese preciso momento se definiría quien era y quien iba a ser él de ahí en más. Se debe haber visto frente a la pelota. A once pasos del arco y de su destino. Lo vi tranquilo, pero observé que estaba demasiado cerca del punto penal. No obstante eso caminó hacia el balón y violando otro de sus principios se vio que abría su pie derecho y suavemente impulsaba la pelota con el empeine hacia el palo izquierdo del ‘Torta’ González quien anticipando su clásico tiro fuerte y cruzado se había movido hacia el otro palo. Quedó descolocado y se vio que era tarde para que intentara revertir su movimiento e ir hacia el palo al cual se dirigía mansamente la pelota. 

Hubo un instante de silencio absoluto en el estadio. Todos vimos al esférico dirigirse dócilmente, como en cámara lenta, hacia el arco y pasar a un metro del poste izquierdo. ‘Vagancia’ había errado el penal. La confusión fue total.

El DT de Douglas Haig se agarraba la cabeza, la hinchada de Pergamino insultaba en todos los idiomas a Miguel y lo tildaban de traidor. Los observadores de los clubes de Primera División de Buenos Aires abandonaban presurosamente sus plateas. Los hinchas de Ayacucho no podían creer que ‘su’ Sarmiento fuera el nuevo Campeón Provincial de Clubes de Buenos Aires. En esa confusión alcancé a ver a Miguel, solo, arrodillado en el punto del penal, con el rostro serio pero sereno, elevando sus ojos al cielo y diciendo algo que a la distancia me pareció que era un… “gracias viejo”.

Rememorando la escena con el paso de los años creo que ‘Vagancia’ seguramente supo ni bien vio que la pelota iba afuera que no era él quien erró el penal, sino que habían sido los principios que su viejo le había inculcado desde niño los que se apropiaron de su alma e hicieron que desviara el tiro. Con la ayuda de su padre ‘Perico’, nos había dicho en silencio, con su penal errado, quien era y quien quería seguir siendo por el resto de sus días.

Miguel 'Vagancia' Didío

Esa tarde en Mar del Plata ‘Vagancia’ no festejó, pero su corazón debe haber dado la vuelta olímpica abrazado a sus compañeros de toda la vida de Sarmiento de Ayacucho, en su día más glorioso.

Carlos Connolly
Don Torcuato, Bs. As.
Marzo de 2016

viernes, 12 de agosto de 2016

José Antonio Pintos: Pasándole el 'Cepillo' a los recuerdos (3ª parte)

La selección

En nuestro primer artículo José nos contó sus inicios en el fútbol y en la segunda entrega su paso por el fútbol de Labardén y Maipú.
Ahora llega el momento de contar su llegada a nuestra selección y la aparición de alguien que sería fundamental en su carrera deportiva: el “Maestro” Miguel Ángel Dodero,

¿José cómo llegás a la selección de Ayacucho?

En 1969 aparece en mi vida, alguien que sería importantísimo para mí: Miguel Ángel Dodero, técnico de nuestra selección. Todo lo que se diga sobre él es poco.

Dicen que en nuestro medio, este juego habría que dividirlo en un antes y después de Dodero y es absolutamente cierto, le cambió la mentalidad al jugador, lo paró mejor en la cancha, le dio confianza; sabía mucho, al venir de medios más competitivos que el nuestro. Era Presidente de nuestra Liga 'Tomasito' Moro y Secretario Alfredo Torrisi, los dos se movían mucho y ellos fueron los encargados de contratarlo.

Este hombre me llevó a la Selección que venía de aquellas grandes campañas de 1966 y 1968 y estaba en el proceso de recambio de fundamentales figuras. Don Miguel era un gran Seleccionador que sabía ver tus virtudes, pero también era vivísimo para advertir tus defectos.

Mi primera salida con Dodero, fue a Tandil donde estaba de pretemporada el plantel de Chacarita Juniors que había salido Campeón 1969. Habían concurrido a la cancha para observar a cuatro jugadores de la selección de Tandil para llevarlos. Eran los hermanos Villar, el 'Negro' Roberto Lezcano (que después jugó aquí) y Feriozzi. Esa noche jugamos contra ellos, a nuestra selección esa noche les salían todas, les ganamos 4 a 1, con baile, y Chacarita no se llevó a ninguno.

Integraban aquel gran plantel ayacuchense: Alberto Volontín, Roberto Sajama, Eduardo'Chichilo' Echavarría, Pedro 'Carita' Gourriet, Jorge 'Pato' Guisande, Francisco 'Pancho' Ferraro, Carlos Cortéz, el hijo de Delfín Benítez Cáceres, Alberto 'Lolo' Reyes, Aguilar, Orlando 'Pelusa' Hoffman, José 'Agüita' Fiorentino, los hermanos Jaramillo, Hugo Ciganda, Hugo Baigorria, Luis Pasarín, Sergio Wollands, Oscar García, Eduardo y Daniel 'Tortita' González, 'Luli' Landívar, el 'Negro' Rojo, Jorge Aneas y Lucía.

¿Qué fue Dodero para vos y para nuestro fútbol?

El tipo era un señor y sumamente respetuoso. Yo tenía 18 años y él me trataba de "usted".
Yo tenía muchas cualidades pero un defecto: no me gustaba entrenar. Un día ¿sabés lo que hizo?, nos sacó caminando desde el Museo hasta La Llegada. Entre plantas y plantas alternábamos, una corrida de cien metros y caminábamos cien metros, y así sucesivamente, al tiempo hacíamos los casi 7 km. corriendo. Si vos antes me hubieras pedido que te corra siete kilómetros te digo que no. Él logró que lo hiciéramos. Así trabajaba.


El diario "La Verdad" de Enero de 1974, reflejando la mejoría física de José

¿Por qué hay que dividir en un "antes y después" de Dodero?

Él logró un respeto, que se respetara a nuestra selección. Vos ibas a Olavarría, Azul, Necochea, Bolívar, etc. y sentías como se respetaba a Ayacucho. También hubo gran capacidad en los dirigentes de antes: el 'Gordo' Carlos Trovatto, los Gelpi, 'Pepe' Arfuch, Alfredo Torrisi y Podestá en Estrada, Pedro Bacci en Ferroviario, etc. y que acompañaron aquel proceso.

Trabajaba de una manera que nosotros no habíamos visto nunca. Llegaba Dodero el miércoles a Ayacucho y a las 2 de la tarde sonaba el teléfono en el Telégrafo (donde yo trabajaba como mensajero) y era del hotel de Martínez (Ayacucho Palace Hotel, donde se alojaba Dodero) que me llamaban. Mario Medina, mi jefe, me daba permiso. Dos horas me tenía el técnico enseñándome y corrigiendo cosas. Me iba yo del hotel y después llegaba 'Tata' Vargas, se iba 'Tata' y venía otro y así hacía con todos.

El primer día que llego al hotel voy a su habitación, en donde había un pizarrón grandote con 11 cruces con números y una más grandota en el medio con el Nº 5, y me dijo “Esa cruz es usted; no lo quiero 10 metros a la izquierda, a la derecha, arriba o abajo, lo quiero AQUÍ”. Yo ni idea que era eso, acostumbrado a que te tiren la camiseta y patear al arco, correr sin ton ni son para un lado y para el otro... solo puro desgaste físico.

A mí que jugaba de '5' otra cosa que me decía era "cuando venga el avance contrario, usted nunca salga a buscarlo porque le van a hacer el 2-1, usted se repliega delante de la línea de '4' y ahí lo espera". Con eso conseguía que el rival se viera obligado a patear de media distancia o a abrir la cancha.

Otro día me llama con el tema de los córners, una noche de Junio, después de un entrenamiento, a eso de las 8 de la noche, lloviznando... "Venga Pintos, usted va a patear los córners, vamos a empezar a practicar". Le contesto "pero Profesor, yo salto, cabeceo..." a lo que insiste. Me manda a la esquina de la cancha y un chico me alcanzaba las pelota. Empiezo a patear córners y los primeros iban y pegaban en el parlante de "Nolvi Publicidad" que se hallaban detrás del arco. Los primeros córners parecía que estaba como los que patean al rugby, pero semana a semana la pelota fue buscando el arco y empezaron a entrar producto de la práctica.

Yo le preguntaba por qué en vez de un alcanza pelotas no ponía un arquero en el arco y él insistía en que había que seguir practicando. Pasado un tiempo ya me indicaba en qué parte del arco tenía que meter la pelota yo. Por ejemplo se paraba en el primer palo y la pelota tenía que ir ahí. Me iba marcando adonde quería que fuese la pelota. Una vez mecanizado el tiro al primer palo, comenzó a corregirme para que, con un poco más de fuerza, la pelota buscara entrar en el segundo palo y también lo logramos.

Durante el partido, y para determinar si pateaba el córner al primer o segundo palo, siempre mi referencia era donde estaba ubicado el arquero rival.

Las indicaciones en el partido eran: el primer tiro al primer palo y el segundo abierto al fondo, para que entraran a cabecear por detrás 'Carita' Gourriet o 'Chichilo' Echavarría y nos dio bastante resultado.

Otra cosa que me ensenó es a saltar ¿Qué pasaba? Yo tenía buen cabezazo, pero no sabía saltar para la altura que tenía, saltaba a destiempo. Por ejemplo 'Agüita' Fiorentino, más bajo que yo, me ganaba en un salto. Dodero me enseñó a saltar a tiempo y mejoré muchísimo.

Mirá lo que era Dodero, que un día vamos con la selección a jugar a Rauch y uno de nuestros mejores jugadores era Hugo Ciganda. Estábamos en la concentración, creo que era a la hora del almuerzo, (a la noche era el partido), y Hugo le tira a un compañero una miga de pan. Dodero lo ve y le dice: "Ciganda a Ayacucho". ¿Cómo que Ciganda a Ayacucho?, pensábamos nosotros, se nos lleva uno de los mejores jugadores que tenemos. Y fue así, Dodero se mantuvo en su postura, lo desafectó del plantel y mandó a Hugo de vuelta a nuestra ciudad con el delegado de Defensores. Otro día pasó algo parecido en el micro a la vuelta de un partido en Tres Arroyos con 'Agüita' Fiorentino.

Dodero nunca se debió haber ido de Ayacucho, y menos en la forma en que se fue. Llegó aquí contratado por la Liga, después pasa a dirigir un club local en 1974 y al cabo de dos o tres resultados malos lo echaron. 

Ni hablar que fue quien más te enseñó...

Sin dudas. Yo de él siempre rescato el trabajo individual que realizó con cada uno de nosotros. Ya te conté cuando me llamaba al hotel de Héctor Martínez donde me corregía cosas en el pizarrón y cuando al miércoles siguiente me llamaba nuevamente al hotel, tenía en una planilla todas las cosas del partido anterior y me señalaba todos los errores que yo había cometido. 

 Miguel Dodero en su etapa de jugador de Racing

Él me decía: "en tal minuto usted hizo 20 metros corriendo con la pelota y eso no era lo que yo le había indicado". Y tenía toda la razón, si él no me había pedido eso, yo solo tenía que tocarla e ir a buscarla. Y fundamentalmente, que no corriera yo, que la pelota era la que tenía que correr. Todos esos detalles él te los marcaba previamente y después del partido te señalaba los errores cometidos.

Ya te digo, a mí y al 'Tata' Vargas nos agarraba contra la tribuna pegarle de derecha para mejorar y aprender a manejar esa pierna que no era la hábil en nosotros. Agarraba una pelota de esas de antes, de tiento, pesada, la sumergía en agua y no sabés, parecía que pateabas una piedra, pero así fuimos mejorando.

¿Cómo fue aquel partido de los dos goles olímpicos a la selección de Tandil?

Ese tema lo teníamos bien trabajado gracias a la insistencia de Dodero y las horas de práctica. Llegó un momento en que los partidos con Tandil, además de la rivalidad, eran por demás cerrados y no había forma de abrirlos. Nosotros no perdíamos nada, el que perdía era Tandil.

El partido era por aquellos Torneos "Regional Centro" en los que participaban todos los equipos de la zona (Azul, Laprida, Bolívar, Benito Juárez, Tandil, Olavarría, etc.). La iluminación en el Estadio siempre fue deficitaria por lo que eso me ayudaba. Yo ¿qué hago? observo al arquero que, como una cosa natural, trata de cuidar el segundo palo. Íbamos empatando 1 a 1, Tandil aumenta y pasa a ganar, faltarían unos 25 minutos para el final del partido, y los teníamos contra su arco (el que da espaldas al club Ferroviario) y se sucedieron tres o cuatro córners seguidos para nosotros.

Yo era el encargado de ejecutarlos pues le pegaba de cualquiera de los dos lados, y empecé a 'tantear' a Mujica el arquero de Tandil. Hay un tiro de esquina para nosotros y lo veo recostado cuidando el segundo palo, entonces pruebo buscándole el primer palo y se mete ahí. Golazo y nos ponemos 2 a 2.

Selección ayacuchense en 1971
Parados (izq. a der.): Nelson Scandroli (DT), Eduardo 'Torta' González, Hugo Ciganda, 'Lucho' Ponce, José 'Cepillo' Pintos, Eduardo 'Chichilo' Echavarría, Orlando 'Pelusa' Hoffman y José 'Charo' Acosta

Hincados (izq. a der.): José 'Agüita' Fiorentino, Mario Jaramillo, Pedro 'Carita' Gourriet, Arsenio 'Cato' Sutil, Rubén 'Tata' Vargas, Jorge Jaramillo y Alberto 'Lolo' Reyes

Es lógico que después de eso el arquero de Tandil, ante otro córner, ya tenga un poco de desconcierto de hacia dónde lo voy a patear pues yo había probado de diferentes formas, él no sabía si ponerse en el segundo palo, en el primero o en el medio del arco.

Un nuevo córner y pienso: "me la juego". Tomo carrera y le pego con bastante fuerza y se mete detrás de Mujica en el segundo palo. Otro golazo. Uno en cada palo. El público y los tandileros no entendían nada.

Lo que más me llamó la atención es que donde actualmente está la cabina de transmisión, antes había unas plateas con 20 sillas, la cancha llena, y desde ahí miro al banco de suplentes y veo que Dodero pide mi cambio.

No entendía nada, de la calentura y la impotencia lloraba y decía: "este tipo me saca, es un hijo de puta". El tema es que el pide mi cambio y yo salgo de ese lado que estaba lleno de gente y paso delante de ellos, que me aplaudían, paso detrás del arco y salgo de la cancha con una bronca terrible.

Cuando voy a verlo al Hotel el miércoles siguiente, el tipo me miraba y no me decía nada. Cuando se inicia el diálogo, me dice: "yo sé que me va a decir usted, que porqué lo saqué". "Por qué profesor" le pregunto, y la respuesta me mató: "era para que la gente lo reconociera".

Hoy es un gesto común, muy visto, pero por aquellos años no lo era...

Lógico, pero ahí también demuestra lo adelantado que era el tipo.

¿Y aquel cabezazo contra Benito Juárez que no fue gol y que el árbitro (Abel Eloiza) cobró como tal?

Ese fue un partido medio raro. Partamos de la base que vos de local tenías que ganar siempre. Y acá te inculcaban la idea de que afuera te podían robar y ese día el referí dudó y lo cobró.

La jugada fue en el arco que da espaldas al Aero Club, córner para Ayacucho, cabeceo, la pelota que el arquero saca en el ángulo por arriba del travesaño y el 'Mimoso' Eloiza que sale corriendo para la mitad de la cancha. Se armó una batahola tremenda porque los jugadores de Juárez protestaban con razón.

El tema es que a la semana siguiente jugamos la revancha en Juárez y a ellos les dan un gol ilegal, como compensando lo pasado en Ayacucho, varios de nuestra selección reaccionamos y dos o tres caímos presos. A mí me saca Castor Echevarría en libertad.

Juan Carlos Guzmán (ex Chacarita y River), José, 'Vidrio' Cuneo y 'Pocho' Guisande 
(Selección ayacuchense en Tres Arroyos, 25 de Mayo de 1971)

¿Tuviste lesiones serias durante tu carrera?

No. Desgarros, muchas veces, pero nada más serio.

¿Cómo fue el retiro? ¿Te costó?

No, yo ya estaba cansado y me pesaba el tema del entrenamiento, que siempre me gustó poco. Me retiré con cerca de 30 años por las canchas de la zona y comprobé que todo es útil; desde aquella vez que un señor jugador como Francisco 'Pancho' Ferraro me enseñó a vendarme, hasta aquellos partidos de 'papi' en la vieja canchita del Club Estudiantes en Murgier y Güemes que eran partidos de 'rompe y raja'.

¿Intentaste ser director técnico?

No, dos o tres veces me citaron pero era para hacer una dupla técnica y a mí eso no me servía. Tal vez con algún ex compañero de Estrada podría haber agarrado alguna vez, pero no se dio. A mí me encantaría, ahora que estoy jubilado trabajar con chicos, algo así como lo que hace el 'Ganga' Suárez. Enseñar todo lo que me enseñaron a mí.

¿Te quedaron cosas pendientes en el fútbol?

Lo que me quedó pendiente es la posibilidad de estar en All Boys y me vine. Cuando viene el hijo de Delfín Benítez Cáceres a jugar a Ayacucho me ve condiciones, yo tendría unos 20 años, y me entusiasma con ir a probarme a All Boys durante diez días. Fuí y paraba en una pensión.

Yo jugaba de '10' y ahí había veinte que jugaban de '10' y el problema de esas pruebas ¿cuál es? lo físico, que es donde se hace mucho hincapié.

Él me llevó como diciendo: "vos tenés cualidades, tirate el lance". Me probaron tres o cuatro veces pero me vine, y te queda siempre la pregunta de que qué hubiera pasado. Yo las cualidades las tenía y tal vez no aproveché esa oportunidad que otros, tal vez con menos condiciones, aprovechan para llegar.

Para finalizar José, ¿cómo ves la regionalización de nuestro fútbol?

Bien, porque llega un momento en que te motiva en algo. Te digo más, si no estuviera la Unión Regional Deportiva acá haría rato en que ya no habría más fútbol. Esto era necesario y se debió haber hecho antes, porque vos competís y te mostrás a otro nivel.

Acá estábamos jugando entre nosotros y acrecentando la rivalidad que existe entre los clubes. Juega Sarmiento y no ves banderas de los otros clubes apoyando. Eso no puede ser. Con el solo hecho de levantarte, armar el bolso y tener que ir a jugar a Vela ya es otra cosa.


José, en la fila de abajo (2º desde la izq.), en la despedida a Adrián Roelofs (14-06-14)

Esta es la historia de 'Cepillo' Pintos, como todos lo conocemos, una historia simple, que irradia fútbol a más no poder. 
Una historia que estaba ahí, al alcance de todos, solo faltaba pasarle el 'Cepillo' y desempolvar los queridos y añorados recuerdos de José.
La historia de un apasionado al fútbol como pocos. Tanto que vive frente al Estadio Municipal...
Como si hicieran falta más ejemplos de su pasión futbolera.
Gracias José!!!

miércoles, 3 de agosto de 2016

José Antonio Pintos: Pasándole el 'Cepillo' a los recuerdos (2ª parte)

En el artículo anterior hablamos de los inicios de tu carrera deportiva, ¿cómo llegas al fútbol de Labardén y Maipú?

Mi primera experiencia en Labardén es en el año 1971 cuando se inauguró la cancha. La había construido Tanco, un hombre de General Guido, estaba en un bajo terrible, era una laguna, pero el piso era muy bueno ya que en él trabajó un señor que hacía el mantenimiento del piso del Monumental de River Plate.

La cuestión es que para la inauguración invitan a Kimberley de Mar del Plata, que estaba jugando el Campeonato Nacional con sus figuras: Carlos Miori, 'Manija' Mústico, Ucha, Sangorrín, etc. y para enfrentarlo formaron una Selección con jugadores de la zona. De Ayacucho fuimos el 'Lolo' Reyes y yo. El 'Lolo' Reyes fue quien hizo el primer gol en esa cancha.

Empezamos ganando 2 a 1 y nos parecía fácil, pero ellos comenzaron a dominar, empezó a prevalecer el estado físico, nos metieron en un arco y terminamos perdiendo 9 a 4. De preliminar jugó Independiente, que dirigía Nelson Scandroli, contra un equipo de Labardén.

En 1972 sale la vacante de Jefatura en el Telégrafo de Labardén y, previo examen, logro el puesto y ya me instalo en Labardén. Volvía a Ayacucho todos los fines de semana y seguía jugando en el Ateneo Estrada.

En ese entonces, el Jefe de la Oficina de Labardén era el Sr. De La Fuente (padre de Luján y Omar) quien enfermó. Yo en el Telégrafo de acá era mensajero con el 'Chueco' Larocca y Rubén Cenarriaga (ex Sarmiento) y como Ayacucho era Jefatura Zonal, todo dependía de acá.

Imaginate, yo tenía 19 años y me iba a Labardén como Jefe Interino (hasta que después me sale el nombramiento) lo que era una gran responsabilidad. Mis compañeros, Eracovich, Torrisi, etc. me decían "vos andá tranquilo, que cualquier cosa nosotros te vamos a ayudar". Entonces, me fuí con el aval de ellos, sabiendo que si tenía allá alguna complicación el viernes cuando venía para Ayacucho yo les pedía auxilio a Révori, Barbieri o a otros empleados que estaban acá y cuando volvía a Labardén iba con la solución al problema. Voislav Eracovich fue como un padre para mí, excelente persona. De esa experiencia, te digo más, cuando José 'Gallego' Calvo y Gustavo Russo comienzan a dar clase en Labardén paraban en la oficina mía, pensar que ahora Gustavo se jubila.

En cuanto a lo futbolístico en 1973, ya trabajando y jugando allá, intervengo con Parque de Deportes de Labardén en la Liga de Maipú, terminando Sub Campeones. Intervenían siete equipos: 4 de Maipú, 1 de General Guido, 1 de Las Armas y nosotros.


Parque de Deportes de Labardén 1977
- Campeón de la Liga Maipuense de Fútbol -

Continué jugando en Parque y siempre arrimando, segundos, terceros, hasta que en 1977 salimos Campeones de la Liga de Maipú, yo había llevado de aquí a Miguel Traiani que fue el arquero titular y anteriormente también había llevado a otro arquero: Luis Carluccio.

En 1980-1981 jugué para Jorge Newbery de Maipú cuyo Presidente, Mario Lago, hacía mucho tiempo atrás que me quería llevar, y allí salimos Campeones, recuerdo que el principal rival era Independiente de Maipú en donde jugaban Hugo Ciganda, Julio Pasarín, Oscarcito Díaz y Jorge Martínez. En 1982 al cerrarse el Telégrafo, me vine para Ayacucho y vuelvo a jugar para Estrada.

Un orgullo que tengo es que en 1977 jugando en Parque de Deportes, integré la Selección de Maipú; con Miguel Hiriart éramos los dos de Labardén. El DT era el 'Colo' Benito y la campaña comenzó con victoria ante Ayacucho a quien derrotamos por 2 a 1 en Maipú y 1 a 0 acá en Ayacucho, y contra el Mar del Plata de Trama y Ucha, le ganamos en Maipú 2 a 1 y perdimos en el Estadio “Gral. San Martín” 6 a 3.

Con Miguel Hiriart en el Estadio "Gral. San Martín" de M.D.P
Mar del Plata 6 - Maipú 3 (1977)

¿El mejor jugador que viste en ese fútbol?

Seguro que el maipuense 'Tato' Vidal, ex Alvarado, quien desequilibraba mucho. Era jovencito en ese entonces, un goleador al estilo Wanchope Ábila. Un tipo de área, de personalidad. De tres pelotas que le tirabas, dos terminaban en gol. Era como Luis Artime, que vos lo veías y era un perro, pero pelota que tenía en el área iba adentro.


Sergio 'Tato' Vidal

¿Cuál fue el jugador que más te complicó?

Los que más me han complicado son los de General Guido cuando yo jugaba en Labardén. ¿Por qué? Porque Guido-Labardén es River-Boca.

Yo jugué tres años para Jorge Newbery de Maipú cuyo Presidente, Mario Lago, hacía mucho tiempo que me quería llevar, y allí salimos Campeones. Yo me peleaba con los de Guido por la tremenda rivalidad que había, tanto es así que en la final de 1977 yo hago un gol de tiro libre que hasta el día de hoy se acuerdan en Guido.

Nosotros llegamos al partido final (Labardén vs. Guido) en cancha de Labardén, llena, con Guido último con tres puntos y nosotros con veintiséis. Con un punto éramos campeones, pero dependíamos del resultado de Independiente de Maipú, que si ganaba nos podía complicar.

Empieza el partido el partido y el primer tiempo finaliza en empate en cero. Comienza el segundo tiempo y nosotros peloteándolos no podíamos hacerles un gol. El arquero de Guido, Almirón, que después fue varios años compañero mío en la selección de Maipú nos "sobraba". Bajaba los centros con una mano y nos decía: "acá está muchachos" y nosotros con una impotencia terrible. Arquero bueno, pero sobrador.

Por la transmisión de Smagnotto, en LU30 Radio Maipú, nos enteramos que Independiente venía ganando, por lo que sí o sí precisábamos un gol para ser campeones.

Faltarían 5 ó 6 minutos para terminar el partido y tenemos un tiro libre casi en mitad de cancha, a unos 5 metros de la línea del mediocampo. En verdad estaba lejísimo para pegarle de ahí, pero le digo a Oscar Iturralde, el '9' de Labardén, "le voy a pegar al arco, veo que puso dos en la barrera". Estaba muy lejos pero el arquero estaba adelantado. "Si pasa la barrera es gol", le digo. "¿Te parece?" me dice Oscar, pues nosotros también teníamos otras jugadas preparadas.

Labardén siempre fue característico por tener mucho viento y yo ese día lo tenía a favor. Veo los dos en la barrera, viento a favor, Almirón adelantado con el sol en contra y decido pegarle.

Veo la pelota que pasa la barrera y se clava en el ángulo. Golazo. De la calentura que yo tenía fui corriendo y la seguí pateando dentro del arco como diciéndole al arquero "acá la tenés, agarrala" y otras cosas que le decía y no te puedo contar. Me corrió hasta la calle y durante dos cuadras, nos echaron a los dos pero éramos campeones con Parque.

Hoy voy a Guido, él trabaja en la Municipalidad y todos lo embroman: "ahí lo tenés al flaco que te hizo el gol, vos que lo sobrabas tanto". Hoy somos amigos, pero refleja aquella rivalidad. Era River-Boca.

En aquel partido nuestro arquero era Luis Carluccio quien fue medio revolucionario en ese fútbol, en cuanto a lo que se conocía de un arquero en esa Liga.


Parque de Deportes de Labardén 1976
En la fila de abajo, José, (1º desde la izq.) y Luis Carluccio (4º desde la izq.)

A Luis yo lo llevé a jugar a Labardén y los arqueros hasta esa época ¿qué hacían? Les llegaba la pelota al arco, la tomaban, patada al centro del campo y a los dos segundos la pelota de vuelta en el área. Luis agarraba a sus defensores y si la jugada venía por el lado del '3', el '4' ya salía picando para generar un contragolpe y si venía del otro lado el '3' ya sabía que la jugada salía por su lado. Fue muy importante Luis, en cuanto a eso, el mejor que hubo acá.

¿Cómo ves el fútbol de hoy a diferencia del que vos jugaste?

Ahora es todo físico, por eso ahora vas a la cancha y te calentás. Lógico, lo primero que te dicen es que antes había más espacios, más tiempo, etc. pero a mí, por ejemplo, lo primero que me enseñaron es a pensar, a levantar la cabeza, a juntarme con uno que me la devolviera 'redonda'. Ahora disparan, no hay un cambio de frente, no hay un centro atrás (que es medio gol), pero todo eso es laburo y es lo que tenía quien fuera técnico de la selección de Ayacucho (Miguel Dodero) con el pizarrón. 

Un día vinieron al Centro Cultural tres o cuatro ex jugadores relacionados con la política (Tapia, Mc Allister, etc.) y los fui a ver. Había muchísimos Profesores de Educación Física de Ayacucho ¿Qué te tienen que hacer practicar? ¿Qué le tenés que demostrar vos? Que estás enseñándole a un chico a patear un tiro libre, a un arquero a largarse, etc. Pero no, ¿sabés qué hacían? Todos en ronda y un jugador al medio haciendo un 'loco', cuando con una pelota detenida vos ganás un partido, que Ayacucho te lo ganaba siempre por que te lo trabajaba pero yo rescato eso. 

Muchos pueden decir "lo que pasa es que vos sos de antes", pero antes había potreros. Nosotros jugábamos en la 5ª de Estrada con Ramón Albelo y éramos cuarenta pibes. Sabíamos que eran once los que iban a jugar, por lo tanto hubo chicos que no llegaron a jugar nunca, chicos que iban al vestuario se cambiaban para estar sentados en el banco de suplentes, no entraban, si éramos once titulares. Y nos quedábamos para ver la 4ª y para la 3ª, cosa que hoy no pasa. Además, la ventaja mía es que siempre jugué con jugadores más grandes que yo, me pegaban y no te quejabas.

Llega un día Francisco 'Pancho' Ferraro a Tres Arroyos como '10' de nuestra Selección (venía de Altos Hornos Zapla de Jujuy), se sienta de traje al lado mío, el 'Pato' Guisande era el '8' de Ayacucho y yo el '5', y propone reunir a los mediocampistas. "¿Quién es el '8'?" "Guisande", le responde el 'Pato', "¿Quién es el '5'?" "Yo" -le contesto. "Bien, acá lo que vamos a hacer es agruparnos y que corra la pelota, no correr nosotros". Aquellos conceptos de Ferraro es lo mismo que utilizó Colombia cuando le ganó a Argentina 5 a 0 y Valderrama nos bailó. Ferraro, paradito en la cancha, nos ordenó y ganamos el partido en Tres Arroyos.


Otra anécdota con Ferraro me sucedió en un encuentro acá en Ayacucho, cuando ya cambiados salíamos a calentar, me hizo volver y me hizo sacar todo. De su bolso sacó unas vendas nuevitas y él mismo me vendó y me aconsejó “Nunca más vuelvas a jugar sin vendarte, que te va a aliviar las torceduras y los golpes”. Mirá vos la grandeza de un crack, conmigo que recién empezaba.

Francisco 'Pancho' Ferraro, ex jugador de la selección ayacuchense.
DT Campeón del Mundo Sub 20 con Argentina, en Holanda (2005)

¿El mejor partido de tu vida?

A nivel goles, seguro que el de los dos goles 'olímpicos' a Tandil, aunque también tuve otros partidos buenos con la Selección y con Estrada.

Un partido bueno que tuve fue defendiendo a Parque de Deportes de Labardén contra Independiente de Maipú en la vieja cancha de Maipú (hoy Plaza Otamendi) y para Independiente atajaba Báez, un arquerazo de Las Armas, y ganamos 1 a 0 con un gol mío tirado yo de '8'. Báez me salía a buscar y yo la pisaba y lo traía para el perfil mío, lo llevaba y lo traía, cuando ví el hueco se la piqué. Un golazo.

En Maipú todavía recuerdan ese gol. Tal es así que hace poco fuí con 'Nenucho' Romairone y todos me saludaban y me preguntaban por aquel gol. Hasta el Intendente de Maipú y su hermano (los Rapallini), que eran jovencitos y jugaban al fútbol conmigo, se acuerdan: "¿Te acordás Flaco, cuándo le hiciste el gol a Báez?

Otro partido inolvidable fue cuando jugamos contra el “Equipo de las Estrellas”, jugadores que años atrás los veíamos en los diarios y revistas y ahora los teníamos enfrente como Artime, Ermindo Onega, Gonzalito, Simeone, Bernao, etc.

El partido se jugó un 21 de Junio de 1975 y ellos, que llegaron a estar más de 100 partidos sin perder, se encontraron que a los 30 minutos, Ayacucho ganaba 2 a 0 con goles de Carlos Cortez; y ya empezaban a recriminarse entre ellos, empezaron a hablar con el árbitro, con los líneas, se quejaban que les pegaban, que se iban a ir de la cancha; nosotros nos desconcentramos y cuando quisimos acordar nos habían empatado y después ya hicieron pesar la experiencia y la calidad y terminaron ganando 5 a 2.


Delfor 'Fito' Sansiviero, Luis Artime y José 'Cepillo' Pintos

¿Cómo era eso de trabajar sobre la pierna que vos no manejabas, en tu caso la derecha?

Yo era zurdo, si a vos te estudian y ves que sos zurdo y no sabés manejar la otra pierna te van a buscar la pierna inhábil y te van a esperar. ¿Qué hago yo? Hago el giro para acomodarme para mi perfil, pero son segundos que vos perdés pues la derecha yo la tengo nula y Miguel Dodero me fue trabajando sobre eso. "Usted tiene que saber patear de derecha" me decía y así aprendí. También me hizo practicar sobre como patear de punta.

Yo jugué mucho de '5', pero después jugué de '10', libre, sobre todo cuando fui a Labardén, y ahí noté como manejando la derecha tenía un recurso más. Eso que Dodero me enseñó sobre cómo usar esos segundos en los que no podés dudar sobre qué hacer cuando te llega la pelota, sobre todo en el área.

Al igual que en las jugadas de tiro libre, todo era pizarrón. Se armaba la barrera y el 'Lolo' Reyes que fue toda la vida compañero mío en Estrada iba y se paraba delante de la barrera, pero no a molestar. Si el tiro era para pegarle de zurda yo sabía que no había problemas pues, como también me enseñó Dodero "si la pelota pasa la barrera es gol", pero se complicaba si me quedaba para la derecha pues yo veía que la pelota no pasaba. Entonces ¿qué hacíamos? yo tomaba carrera como para patear al arco y le hacía señas al 'Lolo', quien sabía que iba la pelota para el pie derecho de él, 'Lolo' la sacaba hacia un costado y me quedaba todo el arco para que yo la empalmara de zurda. Nos cansamos de hacer goles así.

Un día le hice dos goles a la selección de General Madariaga en el estadio "Francisco Alcuaz". Sacaba 'Fito' Sansiviero del lateral (de '4'), el 'Lolo' la peinaba para atrás y yo quedaba en el vértice del área grande y cuando venía la pelota de aire la agarraba de volea. Todo era fruto de nuestras prácticas en el Estadio.

Si yo te pido que me conformes un ‘11’ ideal integrado con jugadores que vos viste y contra los que jugaste en Ayacucho, en donde vos jugarías de '10', ¿cómo formaría?

Alberto Volantín sería el arquero, en el fondo Roberto Sajama (ex Nueva Chicago) de '4', los centrales serían 'Chichilo' Echavarría y 'Carita' Gourriet y el marcador de punta izquierda podría ser Valdéz, que venía de Huracán, la paraba de pecho y salía jugando; en el medio de '8' el 'Gringo' Escudero (jugó en nuestra selección, es de Pirán y jugó conmigo también en Maipú) de '5' el 'Negro' Lezcano y yo de '10' y arriba de '7' lo pongo a 'Pocho' Guisande, de '9' al 'Tortita' Daniel González y de '11' a Horacio Genín.

Selección ayacuchense 1970 en Tandil, con varios integrantes del '11' ideal de José 
(Alberto Volontín, 'Chichilo' Echavarría, 'Carita' Gourriet, Horacio Genín, etc.)

continúa acá...