“Hay recuerdos que nunca se borrarán
y personas que nunca se olvidarán,
aunque lo intentemos”.
Triste sería enumerar y escarbar en los distintos sinsabores que
transitó la vida de Miguelito Enriquez, truncada el pasado 13 de Julio a los 57 años de
edad. Todos los ayacuchenses estamos al tanto de ellos.
En lo personal, prefiero recordar siempre a este verdadero ‘personaje’
de la ciudad por su simpatía, por sus ocurrencias y como un verdadero collar de
anécdotas graciosas.
Futbolero de alma, la sangre rojinegra corría a borbotones por sus
venas acompañando a Sarmiento por años, como camillero, aguatero o colaborando
en lo que fuese con la entidad de calle 25 de Mayo y Rivadavia. Una fidelidad
que tal vez, algún cuerpo técnico no supo comprender y que a Miguelito le
provocó más de un enojo que, rápidamente, se olvidaba ante un nuevo llamado para
colaborar con Sarmiento.
Mimos que él precisaba más que nadie.
Siempre presente en eventos sociales de todo tipo, Miguelito gozaba
del cariño y respeto de una comunidad que se solidarizó con su historia de vida
y lo adoptó como una figura querida por todos.
Su ausencia se va a notar no solo en el Estadio, también en cualquier
rincón de nuestro Ayacucho.
Mucho podría escribir sobre vos, pero prefiero despedirme como siempre
te decía… ¡Chau plaga!
Te voy a extrañar querido amigo.
Eduardo
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