lunes, 26 de diciembre de 2011

Leonardo Serfaty, el goleador eterno (1ª parte)

En el segundo semestre de 2011 el Club Atlético Sarmiento ha incorporado a su plantel al delantero marplatense Leonardo Daniel Serfaty (02/01/1973) un formidable goleador de la última década del fútbol de esa ciudad y de los torneos regionales y argentinos.

Reproducimos hoy en esta página una nota efectuada por el periodista Juan Miguel Álvarez al ariete rojinegro y publicada el día 3 de Agosto de 2009 en el diario "La Capital" de la ciudad 'feliz'. Aquí la nota:

Mientras realiza la pretemporada para un nuevo desafío en el Argentino A, el jugador que debutó en la primera de Estudiantes de La Plata en 1991 contó sus vivencias en los dieciocho años en el fútbol y los objetivos de cara al futuro.

Con 36 años en el área es el mismo jugador infalible que cuando debutaba en la máxima categoría de Estudiantes de La Plata en 1991. Leonardo Serfaty mantiene intacto el olfato goleador y exhibe como un cazador a su presa los más de ciento cincuenta goles en primera división.

Hoy, en la parte final de su carrera, vive uno de sus mejores momentos futbolísticos, tras el añorado ascenso conseguido en la última temporada con Unión de Mar del Plata.

En la concentración del plantel de esta ciudad, que afronta la parte central de la pretemporada de cara al torneo Argentino A de fútbol, el delantero se tomó un descanso para repasar su extensa carrera deportiva.

La época "dorada" en las inferiores de Estudiantes de La Plata, donde compartió la delantera con Martín Palermo, el breve paso por el fútbol español, sus experiencias en Aldosivi, Alvarado y, especialmente Banfield, lo que significó Unión en su carrera y el futuro como director técnico, fueron algunos de los temas abordados en la entrevista.

"Unión fue la frutilla del postre para mi carrera. Pero ya me la comí y ahora quiero otra. Uno se va renovando y ya estoy mentalizado en lo que va a ser este campeonato", dijo el goleador. Frase que pinta de cuerpo entero a Leonardo Serfaty. Tan insaciable como profesional. El marplatense disfruta de cada partido y de cada gol. Pero siempre quiere más.

¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol?

Yo arranqué jugando en el barrio y un día Fermín Vizcaya, que era un hombre que se dedicaba al fútbol infantil y miraba jugadores por distintos lugares, me llevó a mi y otros chicos a Luz y Fuerza. Me empezó a gustar el fútbol y de chico soñaba con vivir de esto. Por suerte lo pude hacer.

¿Cómo llegaste a las inferiores de Estudiantes de La Plata?

Jugué cinco años en Luz y Fuerza, después un año en Independiente y Quilmes de Mar del Plata. En 1985, para Semana Santa, Estudiantes vino a jugar unos amistosos con Quilmes. Anduve bien y el ‘Bocha’ Flores, que era el técnico, habló con mi viejo para ver si podía ir a jugar allá. A finales de 1985 nosotros le devolvimos la visita a Estudiantes, otra vez jugué bien y ya en marzo de 1986 me incorporé a la prenovena. Estuve dos años viajando todos los fines de semana y en 1988, con quince años, me quedé a vivir en la pensión.

¿Creés que no tuviste tiempo suficiente para mostrarte en Primera. Por ahí a Palermo o, más acá en el tiempo a Mariano Pavone, se los esperó un poco más?

Yo tuve un poco de mala suerte por debutar antes que ellos. Fui el primero que debuté de la categoría '73 y en el peor momento de Estudiantes, que termina desembocando en el descenso. Debutó en 1991 (el 20 de octubre, ingresó como suplente ante Belgrano de Córdoba en un partido que terminó 1-1 en La Plata) y la cosa ya venía muy mal. Se cambiaba mucho de técnico y cada vez que terminaba una temporada se incorporaban como quince jugadores. De los cinco partidos que jugué en primera todos fueron todos salteados. El caso de Martín (Palermo) fue distinto. El se afianza cuando Estudiantes vuelve a primera. Se mantiene en el equipo, en la B Nacional no juega y cuando ascienden en determinado momento lo pone Daniel ‘Profe’ Córdoba, mete un par de goles y arrancó. Yo creo que lo que me pasó a mí fue eso. El día que debuté, íbamos perdiendo con Belgrano y eran puros insultos. Era tremendo jugar, no era una situación agradable para un pibe de 18 años.

Leo en la fila inferior a la derecha de Martín Palermo, los comienzos en Estudiantes de La Plata

Hoy en día, después de ser goleador de inferiores, ¿se te hubiese ‘bancado’ un poco más?

Creo que en esa época también. Pero pasaron esas cosas raras que se dan en el fútbol y me dejaron libre. Estuve ocho años y fui el máximo goleador en las inferiores del club. Pero la dirigencia de Estudiantes de aquel momento se portó mal. De diez jugadores que tenían que hacer contrato de la categoría 1973 le hicieron a ocho y de los dos que quedaron libres uno era yo, que era el goleador del equipo. Por eso digo de las cosas raras que pasan en el fútbol. Yo no tenía representante, había jugado en primera por mérito propio. Hoy vez que firma contrato cualquier chico que medianamente tiene condiciones. Después se ve. Por ahí no me daba para jugar en primera, pero el antecedente que tenía en los ocho años permitía el primer contrato y sin embargo no me lo hicieron.

¿Cómo siguió la carrera después de esa frustración?

Enseguida llegó una chance de ir a España. Estuve a punto de fichar en el Hércules que venía puntero en segunda división. En ese momento había cupo para tres extranjeros y yo no tenía pasaporte comunitario. Entonces me mandaron a Ecija, que era el último. El día que debuté ante Alavés me esguincé el tobillo y después me desgarre. La verdad que tuve mala suerte también. Pero fueron seis meses espectaculares fuera de lo futbolístico. El vivir en otro país, la cultura que uno adquiere en ciertas cosas, haber paseado con mi mujer y mi hijo, fueron cosas muy lindas.

Leo y la pelota dentro del arco... el goleador y su hábitat

¿Entonces cómo fue que decidiste volver al país y a tu ciudad?

Como se juntaron un par de situaciones familiares, mi representante habló con Oscar Salerno y me vine a jugar a Aldosivi en la Primera B Nacional. Ahí tuve una experiencia linda, en un plantel con muchos jugadores de nombre, pero en el que no pude jugar. Terminó esa temporada y me fui a Chaco For Ever, donde me recomendó Martín Palermo. Había delanteros de renombre y recién terminé jugando en la última parte del campeonato con un club que se caía a pedazos y que terminó quebrando tras irnos al descenso.

La continuidad y los goles llegaron bastante tarde, ¿no?…

Sí, uno a veces charla con los chicos de acá que tienen 22 o 23 años y se enojan porque no juegan. Yo les digo que empecé a jugar con continuidad a los 25 o 26 años. La carrera del jugador de fútbol es durísima, pero hay que estar preparado para el día que te den la chance.

En Mar del Plata jugaste en varios equipos, pero ‘tu casa’ siempre fue Banfield…

Ahí fui y vine varias veces. Tuve la suerte de haber integrado el mejor ciclo en la historia de Banfield, con dos campeonatos locales (2001 y 2004). Jugué varios Argentinos y en uno que quedamos en la "puerta" en aquella recordada semifinal con Guillermo Brown de Puerto Madryn. Es una pena que se haya disuelto todo. Pero eso sucede cuando es una sola persona la que lucha y pone la plata. El día que se cansó Banfield volvió a ser como antes, un club de barrio que la pelea día a día.

Defendiendo la camiseta de Banfield de Mar del Plata

¿Y qué rescatás de tus pasos por Grupo y Racing? El primero otro club sin hinchas solventado por una persona y el segundo un club más futbolero…

Los dos años de Tandil fueron buenos desde lo humano, ya que coseché varios amigos. En lo futbolístico fue mejor el primero que el segundo. Racing es un club muy parecido a Alvarado, con muchísima gente que acompaña y que si te va mal te lo hacen sentir. Tuvimos un Apertura pésimo en el que salimos últimos y un Clausura brillante en el que ganamos en la general y los play-offs para llegar a la final ante Cipolletti, la que perdimos culpa del juez de línea.

Jugando para Racing de Olavarría

Después de llegar varias veces y no poder lograr el objetivo, ¿el ascenso de Unión fue una revancha en lo personal?

Sí, la verdad que sí. No es fácil llegar a una final en estos campeonatos. No pensaba que iba a volver a tener la posibilidad de jugar una instancia definitoria. Por eso lo de Unión fue la frutilla del postre. Pero ya me la comí y ahora quiero otra. Uno se va renovando y ya estoy mentalizado en lo que va a ser este campeonato.

Por cómo jugaban, ¿a Unión lo ponés en un paralelo con el Banfield de Juan Carlos Moreno?

Sí, fue muy parecido. Unión lo termina superando porque termina ganando el campeonato. Pero la verdad que ambos eran equipos en los que me sentí muy identificado por cómo se jugaba, por la idea de los entrenadores y porque eran parecidos en cuanto a estructura también y la poca gente que los siguen. Pero Unión quedó en la historia por el campeonato. Si tengo que elegir me quedo con este último torneo.

Rompiendo redes en Unión de Mar del Plata (2008-2010)

Estás en actividad desde 1991. ¿Cambió mucho el fútbol desde entonces?

Sí. En aquel momento con Estudiantes de La Plata en Primera División íbamos de pretemporada a Necochea. Yo creo que la preparación que estamos haciendo en la actualidad con Unión para el Argentino A es más dura que esa. La exigencia física es superior, pero bajó mucho la calidad técnica del jugador. En inferiores se le exige mucho al entrenador el ganar más que el enseñar y ese es un gravísimo error. Pasa en Mar del Plata y también en Buenos Aires. A igual condición física desnivela el que tiene técnica. Lo que pasa es que cada vez hay menos jugadores con técnica. Hoy te sorprende uno que tira un caño y antes era mucho más cotidiano. Después el entorno también cambió mucho. Cuando debuté eran muy poquitos los que tenían representantes. Hoy un pibe de 14 ó 15 años o un futbolista que quiere jugar en el Argentino B tiene representante.

En todo este tiempo también tuviste muchas ‘batallas’. En los Argentinos a veces se hacen sentir que jugás de visitante. ¿Qué situación particular recordás?

La de Banfield en Cutral Có fue brava (ante Alianza, por el Argentino B). Pensábamos que nos mataban ese día. Se metió la gente en la cancha, la pasamos muy mal. Había chicos lastimados adentro del vestuario, a Carlos Arias se le había bajado la presión. Después, cuando estaba en Chaco For Ever, en un entrenamiento se nos metieron los hinchas en el vestuario y nos amenazaron con armas de fuego porque veníamos mal. Esas cosas te van marcando. En Estudiantes salimos con los patrulleros escondidos abajo de los asientos porque nos tiraban piedras. También está la de Alvarado en Olavarría en la que la policía nos metía palos y otra vez, con Banfield, volvimos con las ventanillas rotas de los piedrazos. En estos torneos siempre pasan cosas. Pero uno después lo termina recordando con risas. Son experiencias que une mucho a los grupos. En Unión, después de lo de Damián Luengo en Tandil (fue golpeado por un rival y sufrió rotura de tabique nasal) hubo un clik. Era un partido clave y lo que nos rodeó nos hizo unir mucho más, pese a que ya estábamos unidos.

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