Y se retiró nomás.
¿Algo que ver con el martes 13? Para nada.
Adrián Roelofs, fue uno de esos jugadores de pueblo con un
talento bárbaro, que desbordan a lo largo y ancho de nuestro país, pero pocos
trascienden. Algo así es la historia de este temible goleador.
Un formidable
jugador, repleto de talento, y quizás con la inconciencia de los típicos
jugadores de ‘tierra adentro’ de mantener poco una línea de entrenamiento y
demás.
Pero poco importa esto, el tipo traía consigo unas aptitudes
formidables para trascender en cualquier partido que le tocó jugar. Sea por la
Liga local, un picado en una práctica o en un torneo de mayor jerarquía como
fue el Argentino B actual.
Siempre sobresalía.
Me permitiré en estas líneas, plasmar algunas de las
pequeñas historias que me tocó compartir con este fenómeno. No fueron muchas
las que me tuvo como protagonista (?) directo, más bien mi lugar fue la de
espectador de privilegio, vistiendo la misma casaca que él, la Rojinegra. Un
torneo de la Unión Regional Deportiva fue el que compartimos, allá por el año
2009, que bajo la dirección técnica de Marcelo Volantín, supimos llevar a
Sarmiento a la final contra Santamarina. El plantel era muy corto y limitado, pero
obvio, corríamos con ventajas, nosotros teníamos a Adrián.
Primera fecha. Debut ante Gimnasia (finalista la temporada
anterior) en el Estadio. La expectativa personal era grande, jugar en Sarmiento
y en la Primera, yo pisaba recién los 20 años. Ese arranque tuvo de todo, no sé
por qué pero estas pequeñas historias me quedaron muy claras en la memoria,
¿por qué será? En fin, comenzó el partido, y en el primer ataque de Gimnasia,
gol. 0-1. Después de unos minutos, pude filtrarle una bola al ‘9’ y éste, obviamente
no perdonó. 1 a 1.
A la siguiente jugada, falta sobre el sector derecho del
campo, pegado a la primera tribuna de madera. Me paro a cobrar el fallo, lo
envío y la pelota le cae justo a nuestro goleador, pumba, adentro. 2 a 1.
Cuando voy a festejar el gol, me doy vuelta y le hago un gesto por demás obsceno
a los pocos más de diez tandileros que me habían insultado, previo al tiro
libre. Una pavada.
Al salir caminando hacia la mitad, recibo la felicitación de
Adrián, y me llama el árbitro, no recuerdo quien era, sí me acuerdo de quien lo
buchoneó, era el ‘Negro’ Casco, jajaja.
Domingo 4 de Mayo de 2014 - Estadio Municipal de Ayacucho.
Final de la exitosa campaña de Sarmiento en el Argentino B y el reconocimiento
a los 200 goles de Adrián Roelofs con la camiseta rojinegra.
Me muestran la tarjeta roja y a los vestuarios, y entre
lágrimas me voy, en esa caminata me agarra el Cordobés, me consuela un poco y
me marcho a las duchas. El partido terminó 2 a 2. Y el Tribunal me dio tres
fechas de suspensión. Malísimo.
Sumado a la suspensión y mis pocas ganas y voluntad para
entrenar (soy de la escuela de Adrián, queda claro), terminé bajando a jugar en
5ª división. Hasta que un viernes, aparece el DT en mi casa, y me dice que
mañana tenía que contar conmigo para viajar a Barker, para jugar contra Loma
Negra. Y ahí habría otra historia para contar. Partido difícil, siempre es
complicado jugar ahí, y más por cómo se dio el ‘doparti’.
Ni bien arrancó el partido, nos hacen un gol, llegó otro de
tiro libre, y uno más desde 40 metros. 3 a 0 y al entretiempo. Ya está,
pensábamos todos, menos uno, y si era el goleador y capitán. Al reanudarse el
partido, en una ráfaga de no más de 10′, el artillero nuestro, puso paridad en
el marcador, nadie se enteró, sólo él. Tres goles del maestro.
Promediando esa segunda parte y después de una serie de
rebotes, piso el área (insólito) y anoto debajo del arco el 4-3 parcial. Mi
primer gol en Primera, me traslado y recuerdo que al gritar el gol, me agarra
Adrián, y me dice: “tirate al piso, que estamos muertos”. Bien ‘bicho’ el
goleador. Yo no sabía ni como festejarlo. Aquel partido terminaría empatado 4-4
y sería el comienzo del sprint final que nos depositó en la finalísima ante
Santamarina.
Pasaron los cuartos de final ante el poderoso Grupo
Universitario, de los hermanos Cerfoglia, dónde se lució Roelofs, convirtiendo
goles en los dos partidos. El equipo también estuvo bien, ya que en la ida y
vuelta se registraron victorias. Luego del pase a semis, allá nos esperaba
Excursionistas, para jugar en el San Martín de Tandil. Otro partido duro, dónde
tuvo varios vaivenes, el resultado final fue empate en tres y logramos pasar
por los penales, y aquel gol del ‘Teta’ Bustos, con baile incluido. Pero en el
partido pasó algo bien del Cordobés y su talento.
El partido ardía, empatábamos en dos hasta que quedó un tiro
libre al borde del área y voy a apurarlo para pegarle. Terminé dado vuelta y
puteándolo porque no me lo dio. Al segundo se escucha el botín zurdo y la
pelota que se metía al ángulo del arquero de Excursio. Mi pensamiento, en aquel
momento, fue: “qué chabón este, por favor, qué hijo de pu.., mirá donde la
clavó”.
Bueno llegamos a la final y la perdimos ante un Santamarina
que puso la base del Argentino A, jugó el paraguayo Barrios Suarez, Nahuel
Santos, atajó Ijurco, Valerio, y un par más que se me olvidan.
Fue derrota 2 a 1, pero nada empañó aquella campaña y esas
pequeñas vivencias que me quedaron como espectador directo de su destreza,
talento, olfato goleador y buen tipo, sobretodo.
Se te va extrañar, bestia, pero como sos un enfermo de esto,
seguro el sábado estarás chusmeando a ver qué pasa con el rojinegro por la URD.
El gol quedó huérfano, se fue el gran Adrián Roelofs.
Adrián y sus hijos
(por Camilo Fernández Santos - Estudiante de Periodismo en
la Universidad Nacional de La Plata con participaciones en Radio AM Gral.
Güemes y “El Arte del Engaño” en la Radio de la Universidad. Integra “El
Picadito” desde el año 2012.
Mi agradecimiento al autor y a la gente de "El Picadito" por autorizarme a publicar esta crónica publicada en el sitio web del programa).
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